Nada hay que no pueda resolver, aseguran los devotos del Centauro del Norte al pedirle protección.
Dpa / La Jornada.
Publicado: 15/11/2010
México, DF. Pancho Villa, uno de los protagonistas de la Revolución Mexicana (1910-1917), solía dividir las opiniones de sus contemporáneos. Para unos era un bandolero y asesino, para otros un justiciero social.
Cien años después de su participación en la lucha que derrocó al dictador Porfirio Díaz, el llamado "Centauro del norte" no sólo es héroe nacional, también ha sido elevado a "poderoso espíritu protector".
Según Olimpia Farfán, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) , aunque la devoción a este personaje histórico data de los años 70, "la falta de acceso a servicios médicos y el desempleo" han provocado un repunte de su culto "porque el panteón místico está ligado a los procesos sociales".
En el norte de México, los fieles de un culto sincrético invocan su alma, le rezan y le entregan su fe en espera de que cumpla algún milagro. Ello, pese a que el revolucionario esté muy lejos de la beatificación.
"Desde hace unos cinco años en esta región hay un auge de médiums que reciben el espíritu de Pancho Villa dentro del culto al Niño Fidencio, un santo popular no reconocido por la Iglesia Católica", contó Farfán.
Fidencio fue un famoso curandero de rasgos infantiles, que vivió en la época posrevolucionaria en el norte de México. Al morir fue santificado en la devoción popular, aunque no por el Vaticano.
Su culto tiene elementos de espiritismo como el trance y los médiums, quienes reciben la ánimas de gitanos, santos católicos e incluso de figuras célebres como Sor Juana Inés de la Cruz o el mismo Villa.
En los ritos de curación cada médium tiene su propia indumentaria.
Quienes invocan el alma de Villa emulan sus gestos, además de su atavío: botas, carrilleras, sombrero, pantalón café y pañuelo al cuello.
Su imagen es la misma que hay en cuadros, fotos, mesas de noche, jabones y oraciones en su honor en mercados, altares y centros de curación, repartidos en los estados de Durango y Chihuahua, donde nació y murió el caudillo, además de en Coahuila, Tamaulipas, y especialmente en Nuevo León, todos en el norte de México.
En ocasiones es posible incluso encontrarse con sus devotos en el sur de Estados Unidos, donde residen importantes poblaciones de inmigrantes mexicanos.
José Doroteo Arango (1876-1923), conocido como Pancho Villa, era un campesino y fugitivo de la ley, acusado de asesinato. Tras estallar la revolución a principios del siglo XX, se unió a la lucha por la igualdad social en México, sumido en la pobreza extrema y la represión a los indígenas.
Su amplio conocimiento del territorio norteño contribuyó al éxito militar de los ejércitos insurgentes regionales, dirigidos con mano dura por Villa. De él se dice, entre varios de los tantos mitos y leyendas que aún rodean su figura, que tuvo casi 100 mujeres e igual número de hijos.
Sus creyentes aseguran que no hay nada que no pueda curar o resolver: desde conflictos laborales y familiares hasta problemas de amor, ginecológicos o empresariales.
"Su especialidad son las hechicerías fuertes y la protección, porque él luchó contra los poderosos", afirmó Farfán, quien desde hace tiempo estudia este peculiar culto, una tarea a menudo interrumpida por el incremento de la violencia en el norte de México.
La llamada "Oración al Espíritu Mártir de Pancho Villa, Gran General Revolucionario", dice así: "En el nombre de Dios, te pido que me ayudes, así como ayudaste a los necesitados, así como venciste a los poderosos".
Tal como hizo en vida, en el actual culto terrenal el caudillo sigue "coqueteando" con las mujeres, sin importar su edad, aseguran quienes practican el rito. Y si son hombres les habla de igual a igual, con malas palabras, albures (frases en doble sentido con connotación sexual) o bromas pesadas.
Aunque la gente pide su ayuda a diario, hay tres festejos importantes a lo largo del año: su cumpleaños, el 5 de junio, la fecha de su muerte, el 20 de julio, y el inicio de la Revolución Mexicana, el 20 de noviembre.
En estas fechas, los centros de culto hacen fiesta en su honor.
Sus devotos llevan flores, los médiums de Villa se congregan en ellos y se tocan corridos en su honor como El siete leguas, como lo llamaron a él mismo en vida.
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