sábado, 16 de enero de 2010

Veterano de la Revolución Mexicana considera que estamos peor que en 1910

La revista Proceso publicó las declaraciones de un veterano de la Revolución Mexicana de 1910, de 109 años, quien considera que estamos peor en la actualidad que en la época de la Revolución.

El veterano de la Revolución Mexicana, Juan Carlos Caballero Vega, de 109 años de edad, califica a la situación actual en el país como peor que en 1910.

Entrevistado por la revista Proceso, Caballero Vega, quien se sumó a los 14 años a las fuerzas del General Francisco Villa y participó junto con el Centauro del Norte en la toma de Columbus, en Estados Unidos, declaró:

“Estamos rumbo del carajo, no vamos nada bien. Todo por culpa de éste hombre, el presidente Calderón. Estamos peor que en 1910, hace cien años la gente de alguna forma tenía para comer en el campo.

“Hoy, eso se acabó, ya no hay campo y en las zonas urbanas hay hambre y desolación; por eso, la gente tiene que organizarse para luchar contra el mal gobierno, contra sus políticos que son unos rateros, ahí tenemos el ejemplo del gobierno de Nati (Natividad González Parás, exgobernador priista de Nuevo León)”

De acuerdo con sus declaraciones publicadas en Proceso, Caballero Vega, quien pese a su edad se mantiene lúcido e informado de las noticias, descalifica la manera en la que “Ahora resulta que el petróleo va a ser de los gringos, que son los que mandan… pues hay que levantarnos, protestar, pelear y si no hay quien, pues nosotros los viejos, seguro que sí. Y como decíamos en aquellos tiempos: ¡hasta el último cartucho!”.

(Enlace a nota en SDP)

‘Fui chofer de Pancho Villa’ Juan Carlos Caballero Vega

Por Zócalo
14/07/2008

Saltillo.- “Mi nombre es Juan Carlos Caballero Vega, vivo en la colonia Díaz Ordaz, de Guadalupe, Nuevo León. Gracias a Dios acabo de cumplir 108 años y me siento como nuevo, como chavo…”.

Esta es la carta de presentación de un revolucionario que a los 14 años de edad se enlistó en la bola, fue protagonista de la invasión a Columbus, Nuevo México —la única incursión armada de México a Estados Unidos— y se ganó la confianza de Pancho Villa, quien lo nombró su chofer particular.

Ahora, a unos años del centenario de la Revolución Mexicana, el hombre está refugiado en un asilo, abandonado por sus cuatro hijos, sobreviviendo con una pensión que apenas rebasa los mil pesos mensuales y a punto de quedar ciego.

Recuerda que la pobreza y el hastío de las injusticias en el México de los primeros años del siglo 20 lo llevaron a incorporarse a la Revolución como uno más de Los Dorados.

“Había mucha pobreza, nos tenían a pan y agua y a mí no me gustaba la injusticia, ni me gusta hasta la fecha. Luché para que todos alcanzáramos una vida digna… ahora sigo en contra de la injusticia, he estado todo el tiempo en contra de la injusticia, ese es mi pensamiento y no se me quitará hasta que me muera”, evoca con la mirada perdida, como si en un momento su mente lo hubiera transportado a aquellas épocas.

Pero de regreso a la actualidad, se da cuenta de que las cosas no han cambiado mucho desde entonces y de ello culpa al régimen de gobierno que encabeza el Partido Acción Nacional.

“Yo anduve en la Revolución, anduve de puro corazón, porque no me gustaban las injusticias y todavía volvería a agarrar las armas para que el país cambie de rumbo… el PAN nos ha tenido en la pura miseria, estamos más para atrás que pa’delante y yo creo que todos estamos en contra de este gobierno porque no hacen nomás que para ellos”.

—¿Quiere decir que de nada sirvió aquella lucha?, se le pregunta.

“Seguro que la Revolución sirvió de mucho, porque ahora tenemos derechos y antes no. Antes, desde antes que amaneciera, ya andaba uno en el trabajo y en la noche hasta que uno ya no veía y nunca agarrábamos un centavo en nuestras manos, aunque ahora el problema es que sigue habiendo pobreza porque solamente hay ventajas nomás para unos cuantos, ¿y los demás qué?, nomás para ellos, nos han tenido en la miseria, a mi nadie me lo ha contado, lo he vivido en carne propia”.

LAS MUJERES DE VILLA

Con 108 años encima la vitalidad de Don Juan Carlos resulta envidiable. Es un hombre lúcido, con memoria infranqueable, dispuesto a la broma en todo momento.

“Yo me siento como nuevo, me siento como chavo, todavía puedo hacer hasta 100 sentadillas, lagartijas menos, pero todavía hago abdominales. Desde joven me dediqué al ejercicio, aunque primeramente a echarle muchas ganas a la escuela. Hasta sexto año nada más duré, pero le eché muchas ganas a la escuela, hasta que me enrolé en las filas de la Revolución con mi general Francisco Villa”.

Conoció al general en Parral, Chihuahua, sobrevivió a diferentes enfrentamientos de los cuales todavía recuerda con las cicatrices que le dejaron dos tiros de bala en el cuerpo. Pero considera que cuando realmente se ganó la confianza absoluta del caudillo fue en la batalla de Columbus.

“Esa batalla estuvo dura, cayeron muchos de los nuestros pero también les tumbamos bastantes. Somos los únicos que hemos ido a invadir Estados Unidos”, cuenta orgulloso.

“A mi general lo conocí en Parral, fui chofer de él, lo llevaba con muchas mujeres, tenía 18 mujeres, yo lo llevaba con todas, yo también alcanzaba una que otra, estaba yo joven, y mientras él se entretenía con una yo me entretenía con otra”, dice sin poder contener sonora carcajada.

A su juicio Pancho Villa “era un hombre muy bueno, él robaba pa’ los pobres, y es que había tanta hambre, tanta miseria”.

Recuerda que cuando asesinaron a Villa en Parral, a él también lo daban por muerto, pues era su chofer. Sin embargo atribuye a su madre el haberle salvado la vida.

“Cuando eso pasó yo me quedé en Chihuahua —capital—, porque había soñado a mi madrecita muerta y le dije: ‘Déjeme aquí en Chihuahua mi general, soñé a mi madrecita muerta’. Él no quería, porque yo era de sus confianzas y quería que lo acompañara a la hacienda de Canutillo, porque le iban a regalar esa hacienda, pero le insistí en quedarme en Chihuahua y me dejó. Eso fue lo que me salvó”, y al recapitular le resulta imposible contener las lágrimas.

Después de la Revolución incursionó de nuevo a Estados Unidos, pero lo hizo sin fusil al hombro, viajó hasta el nororiente de aquel país para establecerse en Pensilvania, donde “por muchos años” trabajó para empresas del sector automotriz.

Luego retornó a México y se estableció en Nuevo León y tras ser abandonado por su familia se refugió en un asilo para ancianos, donde se ha resistido a caer.


El único sobreviviente de las fuerzas de Pancho Villa dice que volvería a las armas

- Carlos Caballero Vega, que fue chófer del revolucionario, cumplió 109 años
Diario de Navarra. Monterrey (México) Jueves, 25 de junio de 2009.

El último villista vivo, Juan Carlos Caballero Vega, que fue chófer del revolucionario mexicano Francisco "Pancho" Villa (1878-1923), aseguró hoy en su cumpleaños número 109 que "volvería a tomar las armas" ante tanta injusticia que existe actualmente en México. "Espero que Dios me permita llegar al centenario de la Revolución Mexicana", dijo Caballero durante el festejo en el asilo de ancianos donde se encuentra en el municipio de Guadalupe, en la zona metropolitana de Monterrey, capital del estado de Nuevo León.

Francisco Villa, cuyo nombre real era Doroteo Arango, fue uno de los principales generales de la Revolución mexicana (1910-1917), primero contra las tropas de Porfirio Díaz y después al frente de la División del norte contra Victoriano Huerta, quien usurpó el poder en 1913, tras mandar asesinar al presidente Francisco I. Madero.

El longevo revolucionario afirmó que la desigualdad social y las injusticias que vive el país están creando las condiciones para un nuevo levantamiento armado contra el Gobierno.

"Si eso ocurre, me volvería a levantar en armas por esa causa", afirmó Caballero, quien recibe una pensión de 1.600 pesos (unos 120 dólares) mensuales por ser un "veterano de la Revolución".

"Si hay necesidad (de una nueva Revolución), ahí estaremos. Si Dios nos concede vida le entramos", enfatizó el ex conductor.

"Cuando me uní a las fuerzas del general Francisco Villa, nosotros no éramos pobres, mi familia tenía varias propiedades", recordó Caballero Vega.

Juan Carlos Caballero aseguró que se sumó a las filas de la División de Norte que encabezaba Villa para ayudar a los "fregados" (pobres) por el Gobierno.

"Pancho Villa todo el tiempo se preocupaba por ayudar a los pobres, siempre les daba dinero", aseguró el antiguo conductor del general.

Contó que cuando le solicitó a Francisco Villa quedarse en el estado de Chihuahua porque había soñado a su madre muerta, el general le dio un puñado de centenarios (monedas de oro), que se los entregó a su familia.

Aseguró que estuvo como dos años y medio como chófer de Pancho Villa y entre otras batallas le tocó participar en la invasión al poblado estadounidense de Columbus (Nuevo México).

"Éramos como 300 ó 400 dorados (soldados), y fuimos varias veces a conseguir parque (balas) y armamento", recordó el villista.

Mencionó que una de las causas por las que Pancho Villa invadió el poblado, el 16 de marzo de 1916, fue que le habían engañado al venderle unas cajas de parque con balas de salva. "Eso nos orilló a vengarnos", recordó Caballero.

Agregó que cuando asesinaron al general Villa, él ya había dejado de ser su chófer.

Villa es uno de los personajes revolucionarios más populares en México, sobre el que se han creado numerosas historias y mitos, y su vida ha sido reseñada en numerosas biografías y películas que destacan su carácter militar.

El general fue derrotado por sus antiguos compañeros de armas del ejército constitucionalista de Venustiano Carranza, el cual, al mando de Álvaro Obregón, acabó con el mito de la División del norte en la batalla de Celaya, en el estado de Guanajuato, en 1915.

Villa murió asesinado en una emboscada el 20 de julio de 1923 en la población de Parral, en el norteño estado de Chihuahua, varios años después de que se había retirado de la lucha armada.

Don Carlos Caballero, un dorado de 109 años
Ayer celebró su cumpleaños, entre recuerdos de la Revolución.
Por Gustavo Mendoza Lemus (Milenio)
Jue, 25/06/2009 - 08:25

Monterrey, NL.- Tiene 109 años y su espíritu sigue siendo revolucionario. Ahora lanza gritos en contra de los modernos hacendados, “esos políticos que nomás tienen fregado al pueblo”, como siempre repite. Ayer cumplió 109 años, y fue inevitable que las lágrimas rodaran al recordar a su amigo Dimas Ayala y al propio general Francisco Villa. Juan Carlos Caballero Vega fue chofer del Centauro del Norte, y asegura que estará con él cuando la revolución del 2010 llegue.

Desde hace 18 años es un personaje distinguido del asilo Conjunto Habitacional Club de Leones, en Guadalupe. Don Carlitos, como lo conocen en la colonia, mantiene una memoria prodigiosa pues recuerda perfectamente la Toma de Zacatecas, donde recibió dos balazos; su participación en la invasión a Columbus, Estados Unidos y los constantes viajes del general Villa para visitar a sus 20 mujeres. “Esas son las que le conté yo, entre 20 y 25 damas”, asegura don Carlitos, mientras ve de reojo su rebanada de pastel.

“Me siento muy bien, muy agradecido con Dios por otorgarme tanto año de vida porque cuando la Revolución yo fui chofer de Pancho Villa y lo acompañé por casi tres años. Después de haber recibido dos tiros todavía sigo aquí, y por eso estoy muy agradecido”, expresó.

Su carácter continúa siendo fuerte a pesar que el tiempo ha pasado sobre su rostro y sus manos. De complexión pequeña, don Carlitos nació en Chihuahua, Chihuahua y presume haber sido “muy alto”, algo que le ayudó para conseguir muchachas cuando salía a acompañar al Centauro del Norte a sus visitas conyugales. “Yo también fui como mi general, algo bragado para las mujeres por qué no decirlo”.

Pese a que está cercana la celebración por el Centenario de la Revolución, don Carlitos no figura entre las actividades conmemorativas oficiales. Su fama lo ha llevado a participar en el filme Pancho Villa, la revolución no ha terminado, de Francisco Taboada. En vísperas de 2010, don Carlitos está listo para la próxima revolución.

“Si Dios nos concede pues le entramos, pa’ luego, seguro que sí. “Las cosas no han cambiado nada, todos seguimos fregados mientras nosotros no pongamos algo de nuestra parte”, aseveró.

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