viernes, 31 de agosto de 2012

John Ackerman analiza la calificación del TEPJF

John Ackerman analiza la calificación del TEPJF en MVS con Aristegui


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Por esto y mucho mas es un honor estar con Obrador y luchar por la nación.

jueves, 30 de agosto de 2012

Pablo Gómez es trending topic por este video criticando al TEPJF

BDI.
El representante del PRD ante el IFE, Pablo Gómez, se convirtió en trending topic en Twitter México dibido a este video del debate que tuvo con el priista Sebastián Lerdo de Tejada en el programa de radio de Carmen Aristegui el día de hoy:

http://youtu.be/MnAkwfDLQZI

En el debate, Pablo Gómez pide eliminar a las instituciones que no sirven.

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sábado, 25 de agosto de 2012

Notas para entender a Juárez (Parte 3)


Pedro Salmerón
@salme_villista

La amenaza extranjera:

La segunda mitad de 1859 fue casi mortal para la República. Las leyes de Reforma exacerbaron las pasiones y recrudecieron la guerra civil. Los conservadores se empeñaron en acentuar el carácter religioso de su lucha denunciando las propias leyes y algunos hechos concretos de los liberales, que para los conservadores eran sacrílegos, como el que los gobernadores de Zacatecas y Michoacán, Jesús González Ortega y Epitacio Huerta, tomaran la plata de los templos para armar a sus ejércitos.

Desde el inicio de la guerra civil, en enero de 1858, los conservadores ganaban batallas, pero no había indicios de solución militar del problema por ninguno de los dos bandos, que se desangraban mutuamente. Sin embargo, los efectos de las Leyes de Reforma (julio de 1859) golpearon a los conservadores, que empezaron a quedarse sin fuentes de ingresos, por lo que pusieron nuevos elementos en la balanza.

El ministro del gobierno conservador ante el emperador de los franceses, general Juan N. Almonte, firmó con el embajador español, Alejandro Mon, un tratado que, entre otras cosas, implicaba una amenaza inmediata para el gobierno liberal, el cual lo denunció en seguida. Mediante el Tratado Mon-Almonte, España se metía en la cuestión mexicana. Para complementar, los diplomáticos conservadores trataban de granjearse el reconocimiento y la amistad del emperador de los franceses, quien también tenía intereses particulares en México.

Al mismo tiempo apareció una amenaza aún más grave, porque quien la pronunciaba era más fuerte que la corona española y porque su amenaza era más inmediata que la del emperador de los franceses: en diciembre de 1859 el presidente de los Estados Unidos, James Buchanan, se dirigió al Congreso de su país, diciendo que las reclamaciones de ciudadanos estadunidenses contra México eran justas y estaban creciendo a causa de la anarquía que reinaba en nuestro país; decía también que la política de Estados Unidos rechazaba cualquier intervención europea en América. Por tanto, para evitar la intervención europea y para cobrar los agravios infligidos a ciudadanos estadunidenses, Buchanan pedía al Congreso “que dicte una ley autorizando al Presidente, bajo las condiciones que parezcan más convenientes, para que emplee una fuerza militar suficiente para invadir México con el propósito de obtener indemnización por lo pasado y seguridad para lo futuro”.

Buchanan pertenecía al partido esclavista y hacía poco se había roto el equilibrio entre esclavistas y antiesclavistas en el senado estadunidense en favor de estos últimos, por lo que reaparecía la amenaza de los sureños de acrecentar su territorio a costa de México, dirigiendo su ambición, principalmente, a Sonora y Sinaloa. Y más allá de favorecer a un partido, Buchanan trataba de fortalecer la presencia de Estados Unidos en América Latina, por lo que tenía el respaldo de numerosos políticos y no únicamente de los esclavistas. Esa agresiva posición mostraba que las potencias podían hablar de México como un objeto o un botín, que aún no era el nuestro un Estado nacional de soberanía respetada e indiscutible.

Todas esas noticias llegaban a Veracruz al mismo tiempo que los informes sobre la terrible derrota de los liberales en la batalla de Estancia de Vacas, lo que dejó a Miramón con las manos libres para atacar Veracruz, por tierra y mar, pues el todavía invicto caudillo conservador gestionaba en La Habana, gracias a su nueva amistad con la corona española, la adquisición de unos barcos para bloquear desde el mar el puerto jarocho.

De esa manera, la amenaza inminente del enemigo interior, apoyado por España, se conjuntaba con la amenaza del enemigo extranjero. Juárez y sus colaboradores sintieron, como 13 años atrás, al ejército estadunidense a las puertas de México. En ese momento regresó de una comisión diplomática en los Estados Unidos Miguel Lerdo de Tejada, quien, unido a José María Mata, estudioso de la historia y la política de aquel país, sugirió, como única salvación posible, acercarse al gobierno de Buchanan.

El acuerdo con ese gobierno era, pues, obligatorio para el gobierno de Juárez. No buscarlo implicaba el suicidio no sólo del partido liberal, sino el de la patria. Firmar un acuerdo era quitarle a Buchanan los pretextos que esgrimía, según los cuales la anarquía en México causaba daños a intereses y vidas estadunidenses: se tenía que buscar un acuerdo y prometer que cesaría la anarquía, haciendo cesiones y concesiones que salvaran quizá no el honor, pero sí la nación.

viernes, 24 de agosto de 2012

IMAGEN: Cómo le fue a México con 12 años de panismo

BDI.

Usuarios de Twitter difundieron ayer esta imagen sobre el alza de los precios de los productos básicos durante los dos sexenios panistas. O bueno, de 2000 a 2011. OJO: Aún no incluye el disparo del precio del huevo en 2012:


Increible que el alimento más básico en México, la tortilla, sea el que más se haya disparado.

Supongo que los panistas van a salir con la jalada de que con el PRI subían más los precios. Pero eso no disculpa su propia ineptitud.

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jueves, 23 de agosto de 2012

Los panistas son de otro país

Pedro Salmerón/El Buzón.
@salme_villista

Los panistas vienen de otro país. Un país donde Iturbide es el padre de la patria y donde los curas y militares que lo acompañaban, los equivalentes de los padres fundadores. Un país en el que los únicos proyectos constructivos en el siglo XIX fueron los de Lucas Alamán y Porfirio Díaz y en el que Juárez fue un traidor a la patria y los liberales, vendidos a los gringos, trataron de imponer ideas exóticas y ajenas a nuestra idiosincrasia como la de la soberanía popular y la democracia universal que, afortunadamente, Díaz pudo dejar en letra muerta.

A los panistas aún les duelen el cerro de las Campanas y el Ypiranga (en sus dos versiones: cuando se llevó a Díaz a morir de demencia senil; y cuando se llevo a Huerta a morir de cirrosis); todavía tienen pesadillas con las hordas villistas expropiando haciendas y las hordas zapatistas repartiendo tierras. Todavía odian a Cárdenas y siguen diciendo que el General “repartió la tierra que no era suya” y “arruinó el campo”.

Para los panistas, “los indios son flojos”, los campesinos “no saben trabajar”, el populacho necesita una dirección enérgica y mano dura. Para los panistas, ser mexicano es ser católico, en la acepción del arzobispo (cualquiera: lo mismo da Pelagio Antonio de Labastida que Norberto Rivera) y prefieren canonizar a los “mártires” cristeros (nomás les falta León Toral) que a los Bartolomé de las casas o los Vasco de Quiroga.

Para los panistas, el país lleva el rumbo correcto: el “presidente” conduce con valor ejemplar una guerra “justa” y corrige el rumbo económico y social de la nación. Por fin ha terminado de abandonar los absurdos esquemas que priorizan la educación pública y el Estado laico y quieren que, por lo pronto, sumemos seis a los doce años que llevamos.

Y los priístas de hoy están igual o peor: han traicionado lo bueno que alguna vez tuvieron, han vuelto totalmente la espalda a Juárez y a Zapata y hoy dicen –los he oído- igual que los panistas, que los indios son flojos y que en este país hacen falta palo largo y mano dura. Hoy reforman el artículo 24 al gusto del arzobispo-cardenal y a Pemex a gusto de los panistas –y del imperio-. Hoy, nos quieren imponer a un presidente que estudió (es un decir) en lo peor de la tradición panista (la universidad del Opuss Dei) y comparte con ellos su desprecio por la mujer, su odio por lo distinto, su anhelo por un México “homogéneo” y atado al furgón estadounidense…

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Notas relacionadas:
Falsificadores de la Historia de México III (El Buzón).

miércoles, 22 de agosto de 2012

El Juarismo y las Circunstancias Actuales: Pedro Salmerón



http://youtu.be/1NMuWz7RRdg

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Notas para entender a Juárez (Parte 2)


Pedro Salmerón
@salme_villista

En 1858, cuando empezó la guerra de reforma, la joven nación mexicana había ensayado distintas formas de gobierno y parecía haberse equivocado en todas. Fracasaron la monarquía moderada; la República democrática, representativa, popular y federal; la República centralista de democracia selectiva y la dictadura militar. Tres constituciones y varias reformas a las mismas habían decepcionado las esperanzas que la nación había puesto en ellas, y una cuarta y recientísima constitución provocó la guerra civil. Cuatro ejércitos extranjeros habían pisado en diversos momentos el territorio nacional y en esas guerras se había perdido la mitad del territorio nacional sin que, a cambio de las derrotas, se construyera entre los habitantes el sentimiento de nación. La República estuvo más de una vez en riesgo de fragmentarse, como había ocurrido con Centroamérica y con la Gran Colombia y, la gente humilde se había amotinado o rebelado repetidas veces, empujada por el hambre y la desesperación. Algunas de estas rebeliones mostraban claramente que ninguno de los intentos por constituir a la nación había tomado en cuenta a su mitad indígena.

Pero en realidad, a pesar de tantos cambios aparentes, la vida nacional seguía amarrada a las instituciones y las formas de hacer política heredadas de la crisis y el colapso del imperio español. No a las instituciones de la época colonial propiamente dichas, sino a sus viciosas deformaciones que resultaron de años de guerras externas e internas y sucesivas crisis políticas y bancarrotas. Desde 1821 el cuartelazo fue el mecanismo usual mediante el cual los altos mandos del ejército controlaban la vida pública nacional y ponían y quitaban presidentes; un ejército cuyos mandos habían pertenecido, casi todos, al ejército realista que destruyó los ejércitos populares de Hidalgo y Morelos y encabezó la contrarrevolución política que nos dio la Independencia en 1821; un ejército que había sido incapaz de retener Texas ni de ganar una sola batalla frontal contra los invasores estadounidenses, pero siempre listo para el cuartelazo y eficaz en el combate a las rebeliones indígenas. Los jefes del ejército, que se habían enriquecido medrando con la guerra y la política, sólo habían dejado el poder por brevísimos periodos, aunque justamente en 1858 un presidente civil desafiaba sus privilegios.

Si la política estaba controlada por el ejército, otra institución colmada de fueros y privilegios, controlaba aspectos fundamentales de la vida pública y la cuarta o quinta parte de la riqueza nacional: la Iglesia. A partir de 1804 las crisis económicas causaron que parte importante de la riqueza pasara de los particulares a una Iglesia agiotista que funcionaba -mal- como banco de crédito y avío; y la Independencia había eliminado la tradicional sujeción de la Iglesia al poder público (a la corona española), convirtiéndola en un auténtico poder por fuera de los intentos por constituir el Estrado. La Iglesia controlaba las conciencias a través del monopolio de la educación primaria y superior. La Iglesia controlaba las estadísticas vitales: uno sólo podía nacer, casarse y morir en el seno de la Iglesia y no tenía más constancia de su existencia, de sus apellidos, de su lugar y fecha de nacimiento, que la fe de bautizo. A través del control de las estadísticas, la Iglesia controlaba también los procesos electorales, pues únicamente los párrocos sabían quiénes eran mayores de edad y quiénes vivían en cada barrio, por lo que los comicios se realizaban en las parroquias. La Iglesia, en fin, recibía los diezmos y donaciones, única recaudación segura en un país sin estructura fiscal, en una nación casi sin Estado. Con tanto poder material acumulado el poder espiritual de la Iglesia se deformaba: la jerarquía exigía que las políticas públicas se trazaran siguiendo sus instrucciones, tutelando a los militares que ejercían nominalmente el poder.

En enero de 1858 inició una guerra civil que enfrentó dos formas contrapuestas de entender los problemas de México. Dos gobiernos uno en la capital del país y otro que tras transitar por varios lugares se estableció en el puerto de Veracruz, levantaban ejércitos que se enfrentaban entre sí. Los hombres que formaban el gobierno de Veracruz, encabezados por Benito Juárez, habían comprendido que sería imposible construir un Estado, modernizar la política e impulsar el sentimiento de nación, mientras la Iglesia y el Ejército controlaran la vida nacional, por lo que decidieron acabar con sus poderes extraordinarios, convirtiendo a ambas instituciones en lo que debían ser: la Iglesia atenta a su misión espiritual; el Ejército, constreñido a la defensa de la soberanía nacional. Pero no enfrentaban únicamente esos dos grandes problemas: también la tradicional y permanente amenaza de las potencias europeas y de los Estados Unidos, para quienes México sólo era botín.

Notas para comprender a Juárez (Parte 1)


Pedro Salmerón
@salme_villista


 Es fácil descalificar a los hombres del pasado cuando se cree que las cosas eran entonces igual que ahora, el país el mismo, la situción, los principios, las ideas, las que nosotros poseemos. Hay mexicanos que leen así la histopria y ven en la época de Juárez una continua traición a la patria y a en los hombres de entonces, meros títeres o personeros de una conspiración mundial. Como yo veo que México existe y veo que existe a pesar de las bases tan endebles con las que surgió, entiendo otra cosa. Los invito a que me acompañen en una revisión de esas bases.


Los Iturbidistas ven el mapa del Imperio y suspiran por la gloria perdida. Creen, como los criollos del siglo XVIII, como los que leyeron mal a Humboldt, que la Nueva España, devenida en Imperio Mexicano, tenía todas las cartas para convertirse en la gran potencia continental y que la caída del emperador y los posteriores gobiernos, nos sumieron en la ignominia. El primer problema suyo es que no ven bien el mapa: miran California y piensan en la viña y el pomar y hasta en Hollywood; miran Texas y ven millones de vacas y de barriles de petróleo y no lo que entonces eran: desiertos. Olvidan algunas claves, como la de un país con una densidad de población inferior a los dos habitantes por kilómetro cuadrado. Creen que Iturbide podría haberlo hecho mejor que quienes lo sucedieron y olvidan la facilidad con la que cayó del poder, olvidan la fragilidad pasmosa de su poder, la inexistencia del Estado.


En 1848, tras una guerra desastrosa, México tuvo que entregar a los Estados Unidos dos millones de kilómetros cuadrados, pero se quedó prácticamente con los mismos ocho millones de habitantes de antes de la guerra, pues los territorios perdidos estaban casi deshabitados, lo mismo que buena parte de los que se conservaron: era bajísima la densidad de población en todo el norte y en todo el trópico: cinco de los ocho millones vivían en el altiplano central. El 90% de la población vivía en aldehuelas y ranchos y sólo el 10% se apretujaba en 25 pequeñas ciudades. La esperanza de vida era de 24 años y si bien la tasa de natalidad era de 40 por millar al año, la mortalidad infantil era tan alta que la población no crecía. Las epidemias hacían inhabitables los trópicos y diezmabas a la gente de la ciudad.


En 37 años de vida independiente, las esperanzas de los criollos de convertir a México en la nación más rica, próspera e igualitaria del mundo, eran cada vez más irrealizables. Habían menguado la fuerza y la fortuna de la sociedad, y se acentuaba la desigualdad. En las ciudades, fuera de pequeños grupos de mineros, mercaderes y comerciantes, un clero poseedor de muchos bienes inmuebles y agiotista, que acaparaba la quinta parte de la riqueza nacional, y una reducida clase media, la gente vivía en la pobreza, la suciedad y la ignorancia, entre robos y cuchilladas, en la holgazanería del que no tiene trabajo ni esperanzas.


En el campo, la gran masa del pueblo empobrecido se encerraba en multitud de pequeñas aldeas aisladas, en endebles y restringidas economías de autoconsumo. La vida rural era el vivo retrato del infortunio: dentro de ese país pobre y dividido, la peor parte la llevaban los campesinos, que formaban el 80% de la población. La agricultura, sin tecnología moderna, sin riego ni abonos, sujeta a la inestable temporada de lluvias, satisfacía las necesidades elementales: maíz, frijol y chile eran los cultivos principales; caña de azúcar, café y tabaco para los gustos de los ricos; maguey para las bebidas. Sólo algunas haciendas, con mano de obra sobreexplotada, producían algodón, añil y vainilla para un mercado más amplio. No había forma de capitalizar el campo, de mejorar sus condiciones; no había tampoco vías de comunicación para vender los productos de la tierra lejos de su lugar de origen.


Muchas de las numerosas naciones indígenas eran nómadas o seminómadas, dedicadas parcialmente a la agricultura, con los métodos más primitivos que puedan imaginarse. Algunos de estos grupos, como los apaches y los comanches, tenían asoladas y casi despobladas grandes extensiones de los estados de Sonora, Chihuahua y Coahuila, y amenazaban todo el norte.


La modernidad tecnológica sólo había llegado a algunas minas y manufacturas. Aunque la producción minera se triplicó entre 1821 y 1850, aún no alcanzaba los niveles de 1808, cuando a causa de las guerras europeas y de crisis internas, inició un rápido declive de la producción de plata, que durante tres siglos fue casi nuestro único producto de exportación. El comercio exterior era la rama más vigorosa de la economía, pero la venta de minerales preciosos y la compra de artículos suntuarios no aprovechaban a la nación. El comercio interno era casi nulo, pues no había una sola vía natural de comunicación y los caminos, escasos y malos, estaban infestados de bandidos. Los costos y riesgos de trasladarse de una parte a otra habían reducido el comercio a su mínima expresión. Todavía las elites creían que México era potencialmente rico, pero lo cierto es que se producía muy poco y que el escaso producto estaba muy mal distribuido.


Los grupos privilegiados aspiraban a concentrar en sus manos toda la riqueza, y las haciendas crecieron en detrimento de las tierras de los pueblos y de las comunidades, lo que generó inconformidades y resistencias que, a partir de la derrota en la guerra contra los Estados Unidos, se tradujeron en las formidables rebeliones indígenas de Yucatán, Sierra Gorda y Nayarit. Pero esta hambre de tierras y bienes, común a las elites y a las clases medias, se traducía también en la presión para que salieran al mercado las vastas propiedades de la Iglesia, además de las tierras del Estado, de los pueblos y de las comunidades.


La pobreza de la producción no era sólo resultado de la mala organización social: tenía sus raíces en la geografía. México estaba aislado del resto del mundo. Los dos océanos no representaban para nuestro país las magníficas vías de comunicación que eran para otros, pues los puertos eran pocos, malos y separados de la parte habitada del territorio por regiones insalubres y abruptas serranías. La frontera sur no nos acercaba al mundo y la nueva frontera norte era un desierto deshabitado, asolado por los apaches y los comanches.


La tierra agrícola era poca y mala. Más de la mitad del territorio nacional es montañoso y las serranías no sólo dificultaban la agricultura y la ganadería, también eran un obstáculo enorme para las comunicaciones y la creación de mercados. A las montañas hay que sumar los desiertos y semidesiertos. México está ubicado a lo largo del trópico de Cáncer y buena parte de nuestro territorio se encuentra en la franja geográfica de los grandes desiertos del hemisferio norte. Debido a esa situación, el 43% del territorio nacional está constituido por zonas áridas y el 34% por regiones semiáridas, en donde, para levantar cosechas, se depende del riego o de un régimen de lluvias irregular. Muchas de las tierras con agua suficiente eran improductivas e inhabitables a mediados del siglo XIX, por ser extremadamente insalubres.


El principal factor limitante de la agricultura en México es la falta de agua. Los ríos son escasos, irregulares, de cortos y pronunciados recorridos y de muy difícil aprovechamiento en su estado natural, por lo que a mediados del siglo XIX prácticamente no había en México tierras de riego. Toda la gran plataforma continental, que comprende la planicie septentrional o mexicana, la planicie meridional o del Anáhuac y la depresión del Balsas, que abarcan más de la mitad del territorio nacional y en donde se concentraba casi toda la población, carece de un abastecimiento de agua suficiente.


Ese país pobre, rural, aislado, con una población analfabeta y sin sentimiento de nación, fue el que encontraron Juárez y sus compañeros cuando en enero de 1858 se pusieron nominalmente al frente del gobierno.

sábado, 18 de agosto de 2012

Falsificadores de la historia: cuando los mexicanos ganan batallas


Pedro Salmerón Sanginés/La Jornada.

En la anterior entrega dijimos que por odio a Juárez y al liberalismo, los falsificadores Macario Schettino, Catón y Zunzunegui inventaron que la batalla del 5 de mayo no se ganó, o que fue una escaramuza sin importancia que se ganó gracias a las torpezas de los franceses; una escaramuza sin importancia en una guerra que se perdió en el campo de batalla; una guerra que terminó cuando los franceses se retiraron por las presiones de Estados Unidos y Prusia.

Antes de mostrar la falacia de sus argumentos, es necesario recordar algunas cosas obvias para los historiadores, pero desconocidas totalmente por los falsificadores: una batalla es un hecho de armas que obedece a las unidades dramáticas de tiempo, lugar y acción; mientras que una guerra –según el mariscal Montgomery, que algo sabía del tema– "es un conflicto prolongado entre grupos políticos rivales mediante la fuerza de las armas", lo que quiere decir que Montgomery participaba del paradigma de Clausewitz, según el cual la guerra es eminentemente un acto político para imponer nuestra voluntad al enemigo. Ese pensamiento sobre la guerra y la batalla llevó a las concepciones de la guerra total; de la batalla "como única actividad realmente bélica"; de la destrucción del enemigo como objetivo verdadero de la guerra sólo alcanzable mediante las grandes batallas, y otras ideas cuya adopción por los estadistas europeos fue de efectos devastadores, pero que en 1862 nadie discutía en el mundo occidental.

De esa forma de entender y de hacer la guerra se desprende que ningún Estado moderno haya librado guerra ninguna sin enemigos internos o "traidores", máxime en aquellas que mezclan lo "ideológico" con lo "nacional". En toda guerra moderna, civil o extranjera, los contendientes buscan el apoyo de otras potencias, de modo que nuestros falsificadores reprochan a Juárez lo que no se reprocha en sus países a Washington, Napoleón, Bolívar, Churchill o De Gaulle... ni, por supuesto, los héroes de estos "desmitificadores": Maximiliano y Miramón.

Sentado lo anterior, hagamos un ejercicio de lógica elemental. Gana una batalla, gana una guerra, quien logra lo que se propuso. Hoy nos limitaremos a la batalla del 5 de mayo, en la que los objetivos de los franceses quedan perfectamente claros en el párrafo de una carta del general Lorencez, jefe de la expedición:

"Somos tan superiores a los mexicanos en organización, disciplina, raza, moral y refinamiento de sensibilidades, que le ruego anunciarle a su majestad imperial, Napoleón III, que a partir de este momento y al mando de nuestros 6 mil valientes soldados, ya soy dueño de México".

En efecto, los invasores que, como veremos en la siguiente entrega, buscaban hacer de México un protectorado francés, creían que esa pequeña fuerza expedicionaria bastaba para llegar a la capital de la República e imponernos el gobierno y las obligaciones internacionales que nos habían preparado. El obstáculo que se interponía en su camino era el ejército que mandaba el general Ignacio Zaragoza, y los franceses daban por descontado que lo barrerían del mapa. De haberlo hecho así, los recordaríamos hoy como los vencedores de aquella batalla.

¿Qué se proponía, a su vez, el comandante mexicano? Detener el avance francés para permitir que se reuniera la Guardia Nacional. No permitir que 6 mil soldados extranjeros llegaran a la capital de la República. Ese era el plan de Zaragoza tras la evaluación de sus posibilidades y los elementos de guerra a su disposición.

La batalla del 5 de mayo, en la que 6 mil franceses intentaron tomar a viva fuerza los pequeños fuertes de Loreto y Guadalupe, y poco menos de 5 mil mexicanos estaban dispuestos a impedirlo, duró cuatro horas y consistió en tres ataques frontales de los franceses, rechazados por los nuestros, y un contrataque al pie del cerro que terminó con las posibilidades ofensivas de los invasores, que se retiraron hacia Orizaba. ¿Que la batalla se ganó por los errores del enemigo, como insisten hasta la saciedad nuestros falsificadores? En parte, por supuesto: como Austerlitz, Stalingrado o casi cualquiera otra.

Los efectos de la batalla fueron enormes, pues cambiaron mucho la opinión mundial sobre México y la Intervención. En nuestro país, multitudes acogieron la noticia con delirante entusiasmo en las plazas públicas. La pequeña acción de armas del 5 de mayo parecía probar lo que Juárez afirmaba: México existía y era una nación soberana.

Falsificadores de la historia. La derrota del 5 de mayo

Pedro Salmerón Sanginés/La Jornada.


Aunque intenté no enterarme, me contaron que los festejos de la batalla del 5 de mayo fueron casi tan frívolos, onerosos e insustanciales como los que organizó el gobierno federal en 2010. El gobierno poblano desperdició una excelente oportunidad de corregir el rumbo, pero, en lugar de ello, prefirió seguir la pauta marcada por José Manuel Villalpando en materia de desmemoria y despilfarro. En consecuencia, se gastaron millones de pesos y nadie supo para qué se libró la batalla del 5 de mayo.

Una semana después de los festejos, Gaby y yo llevamos a mis alumnos del ITAM a Puebla y la visita de Loreto y Guadalupe confirmó lo anterior. Guadalupe ni siquiera puede visitarse, pues las obras de conservación (espero que no de remodelación) no se terminaron a tiempo, aunque no con el retraso de la Estela de Luz. Escondiendo los fuertes, juegos mecánicos, centros de convenciones, miradores inconclusos, el despilfarro y los excesos del ex gobernador horroroso, Mario Marín.

Tanto el festejo como la situación de los fuertes y del museo de Loreto, perdidos entre obras de ocasión, son muestra, quizá, que las mentiras de los "desmitificadores" han calado hondo: gracias a ellos, demasiados mexicanos piensan que la batalla del 5 de mayo fue una escaramuza sin importancia que se ganó gracias a las torpezas de los franceses; una escaramuza sin importancia en una guerra que se perdió en el campo de batalla; una guerra que terminó cuando los franceses se retiraron por las presiones de Estados Unidos y Prusia.

¿Cómo lo argumentan? Armando Fuentes Aguirre, Catón, que odia irracionalmente a Juárez, no escatima la victoria del 5 de mayo, aunque luego agrega una de las falsedades que dispensa a razón de tres por página: "Aquella fue una espléndida victoria, la única que en el campo de batalla hemos obtenido luchando contra un enemigo extranjero" (Juárez y Maximiliano, p. 212). Fuera de eso, todo en Juárez y el partido liberal son vilezas y traiciones en una guerra que para su exclusivo beneficio ganaron los gringos (sí, los gringos: son tan poderosos en el cerebro de Catón que ganan hasta cuando no se aparecen).

No deja de ser paradójico el menosprecio de esa victoria en aquellos "desmitificadores" que repiten sistemáticamente que a los mexicanos nos encantan las derrotas. Pero hete aquí que somos victoriosos en una guerra extranjera... y tampoco les gusta. Algunos simplemente omiten el tema, como González de Alba, quien ilustra su odio a Juárez con una lectura sesgada del Tratado MacLane-Ocampo y de ahí se salta hasta la revolución (Las mentiras de mis maestros, pp. 62-67).

Zunzunegui siempre nos regala perlas: en su página web un articulito plagado de mentiras ("Las tres batallas de Puebla") concluye: "Nada ganamos los mexicanos el 5 de mayo de 1862 en Puebla, nada absolutamente; un efímero laurel que, debido a la desunión del pueblo, no cristalizó y se convirtió en derrota y conquista".

No está de más señalar que dicha página es una red para pescar incautos y venderles –muy caros– sus "diplomados en línea" (algunos de ellos en el Instituto Cultural Helénico). Ahí sólo regurgita sus libros: en El héroe y el villano (p.81) dice lo mismo del 5 de mayo, con un añadido. Según él, un “moribundo Zaragoza, desde su tienda de campaña, dirigió una batalla que en realidad fue comandada en el campo por Porfirio Díaz”. Díaz tiene méritos militares suficientes para que sus idólatras tengan que atribuirle otros... pero de Díaz hablaremos luego.

De lujo, otro connotado falsificador, del que ya nos ocuparemos. El 11 de septiembre de 2008 Macario Schettino escribió en El Universal: “Celebramos el 5 de mayo de 1862, la batalla de Puebla en que Zaragoza derrotó a los franceses... que pocos días después tomaron control de prácticamente todo el territorio nacional” (las cursivas, que son mías, revelan la total falta de seriedad de tan famoso analista).

Podría seguir sumando, pero basta con esos ejemplos. Hay que señalar, además, que detrás de las tajantes afirmaciones de nuestros falsificadores, únicamente hay humo: ningún sustento documental, tres o cuatro libros más leídos, sólo ideología, como hemos mostrado (jornada.unam.mx/2008/12/21/sem-pedro.html).

¿De dónde el afán por borrar la victoria del 5 de mayo? Del odio a Juárez y al liberalismo. Ya mostraremos la irracionalidad de ese odio. Pero antes, si me lo permite el lector, mostraremos en las siguientes entregas quién ganó en realidad el 5 de mayo y quién la guerra de Intervención.

Falsificadores de la historia. Del amor a la tierra

Pedro Salmerón Sanginés/La Jornada.

A principios de febrero volamos a Torreón para visitar los lugares descritos por John Reed en México insurgente, como trabajo preparatorio para un documental sobre el primer gran reportero de guerra del siglo XX. En las ciudades de La Laguna tuvimos algunas reuniones en las que escuché frases como "Cárdenas repartió tierra que no era suya", "los campesinos no saben ni quieren trabajar", "el campo es pobre porque Cárdenas repartió la tierra" y otros argumentos que parecían sacados de los libros de Macario Schettino, Francisco Martín Moreno, Villalpando o Zunzúnegui, dichas bajo carteles de Peña Nieto o retratos de Felipe Calderón.

Dos días después nos hicimos a los caminos de Durango. Vimos el amanecer desde el puerto de La Cadena, donde John Reed montó guardia más de una vez con "los cinco mosqueteros", vigilando a los huertistas de guarnición en Mapimí. Luego avanzamos por la misma reseca y amarillenta llanura que hace 99 años recorrió "el gringo" o Juanito, como lo llamaba cariñosamente Pancho Villa.

Unas horas después llegamos a Santo Domingo, pueblo cuya entrada ni siquiera está señalada. Mientras Leo Monterrubio tomaba fotos, medía la luz e imaginaba cámaras y espacios, el profe Alvarado leí a cuatro hombres la descripción que John Reed hacía de aquel mismo pueblo y de su gente. Escucharon con atención y exigieron el libro. Cuando se los obsequiamos soltaron la lengua. Nos enseñaron el ojo de agua y el arroyo donde las campesinas lavaban ropa en aquel pueblo paupérrimo en el que, sin embargo, los villistas en derrota encontraron comida y cobijo y John Reed el calor del lecho de Isabel. Y encontramos también el amor a la tierra. Los tres campesinos de ojos claros y rostros curtidos bajo los blancos sombreros, y el profesor normalista que tras jubilarse retornó a su pueblo natal y nos miraba desde atrás de sus lentes bifocales, nos invitaron a la tradicional cabalgata anual del 24 de febrero. "¿Qué celebran?", les pregunté, suponiendo que no el día oficioso del lábaro patrio. "El reparto agrario", dijo el bigotudo que floreaba la mangana. "Cuando Cárdenas nos dio la tierra", dijo el gordo de chamarra de borrega, vicepresidente del comisariado ejidal. "El decreto que nos regresó las tierras que disputábamos a la hacienda de La Zarca", precisó el profesor.

Mientras el pozo siga dando agua, los campesinos seguirán trabajando esas tierras que son suyas; seguirán sintiéndose campesinos y seguirán honrando la memoria de los dos hombres cuyos retratos engalanan la casa del profesor, que nos invitó a desayunar unos huevos de granja con frijoles de la olla: Francisco Villa y Lázaro Cárdenas.

Salimos de aquel pueblo y continuamos por la árida meseta, hasta llegar a la que fue una de las principales haciendas de la región, recién remodelada y adquirida por un hombre a quien los campesinos definen como poderoso latifundista. En el pueblo preguntamos por el comisariado ejidal. El hombre –cuarentón, delgado, rostro curtido por el sol, tupido bigote castaño, ojos claros que nos miraban recelosos bajo el blanco sombrero– nos indicó el camino hacia la casa del administrador de la hacienda. "¿No podría acompañarnos?", preguntó el profe Alvarado. "Mejor que no: es mi rival", dijo el comisariado.

Encontramos al administrador, que nos abrió las puertas de la hacienda. También nos enteramos del pleito: el ejido no quiere soltar agua para la hacienda, ni siquiera para uso doméstico. En el pueblo nos dieron su versión, mientras bebíamos cerveza en la tienda: “Así empiezan: que agua pal baño; luego que agua pa la huerta; y al rato nos dejan sin nada, como a los compañeros a quienes les compraron sus parcelas. Pero no nos echarán, porque Cárdenas nos dio la tierra”, dijo un hombre mayor, levantando su cerveza hacia el retrato de don Lázaro. Y más adelante, en "el país de Urbina" (véase el capítulo 3 de mi libro La División del Norte), encontramos una figura al lado de las de Cárdenas y Pancho Villa: la de Álvaro Ríos. Pero esa es otra historia.

Quizá esos pobres e ignorantes campesinos, igual que los que he encontrado en el Bajío y en Chihuahua, en Tabasco y en Michoacán, siempre con un retrato de Lázaro Cárdenas en el comedor, deberían leer los libros de los autores citados al principio, para que trasciendan las mentiras que les enseñaron en la escuela y puedan encaminarse al éxito... vendiendo esas parcelas ejidales a las que se aferran.

Falsificadores de la historia; algunas verdades sobre EU

Pedro Salmerón Sanginés/La Jornada.


La historia tradicional –y "la oficial"– suele limitarse a lo político-militar, tomando los efectos de la historia por sus causas y reduciéndolo todo a intrigas palaciegas que nunca explican nada. Pero lo que a nuestros "desmitificadores" interesa no es explicar la historia, sino suplantar los "mitos" por sus "verdades". Y sus "verdades" se limitan a intrigas palaciegas, enredos de alcoba, torpezas y traiciones.

De ese modo, González de Alba (plagiado por Zunzúnegui) reduce la explicación de la derrota del Goliat mexicano a la dogmática intolerancia de nuestros gobernantes, frente a la grandeza de los padres fundadores del David estadunidense. Me parece pertinente tratar de explicar el espectacular crecimiento de Estados Unidos previo a la guerra de despojo que lanzó contra nuestro país en 1846.

Empecemos señalando que el surgimiento de la cultura clásica y del capitalismo en Europa no se debe únicamente a sus inteligentísimas elites o a la libertad, la democracia, la tolerancia y otras palabrotas que habría que discutir, sino al acceso de los europeos a enormes extensiones de tierra fértil, a infinidad de puertos marítimos naturales y a numerosos ríos navegables. Para saberlo no hay que ser especialista en el tema, basta leer con cuidado a un par de grandes historiadores, como Finley, Anderson o Braudel.

En cuanto a Estados Unidos, el secreto de su conversión en potencia está en las guerras desatadas por la Revolución Francesa: entre los sueños de Napoleón estaba el de reconstruir el imperio francés en América, perdido 40 años antes, por lo que obligó a España en 1800 a devolverle Luisiana. Pero al perder su flota de guerra, Napoleón advirtió que no podría ocupar aquel territorio y en 1803 lo regaló –o casi– a Estados Unidos, para que se convirtiera en un contrapeso de Inglaterra. Así, sin esfuerzo, Estados Unidos duplicó su territorio.

El nuevo territorio estaba conformado por más de 2 millones de kilómetros cuadrados de llanuras fértiles, surcadas por los afluentes del Mississippi, muchos de ellos navegables y fácilmente comunicables con la zona habitada de Estados Unidos. Nunca en la historia moderna una nación había tenido a la mano tal riqueza. Como señala Leo Huberman (Nosotros, el pueblo. Historia de los Estados Unidos, pp.117-119), un pueblo entero descubrió que "podía ser suya parte de los mejores suelos labrantíos del mundo". ¿Resultado?: "El mundo jamás había presenciado antes un movimiento semejante".

Esto coincidió con un momento en que Europa tenía excedentes de población, que se lanzaron en poderosa corriente a las fértiles tierras del Mississippi, multiplicando la población de Estados Unidos en pocas décadas. Los historiadores serios siempre ponen como primera razón de tan espectacular crecimiento la existencia de esos feraces territorios combinada con las corrientes migratorias, y sólo en cuarto o quinto lugar la tolerancia religiosa. Una vez convertido en potencia económica, Estados Unidos inició un periodo de agresión expansiva para "extender el área de la libertad y del gobierno perfecto", según su propia propaganda. "Extender el área de la libertad" implicaba extender la esclavitud, pues los dogmáticos e intolerantes padres fundadores de la nación mexicana se opusieron sin cortapisas, desde Hidalgo en adelante, a la "institución" que los algodoneros estadunidenses llevaron a Texas con su "libertad" y su "tolerancia". Curioso, muy curioso, que ni González ni Zunzúnegui dediquen una palabra a la esclavitud.

No hay comparaciones posibles: los estadunidenses iniciaron su guerra de Independencia contra una Inglaterra en bancarrota, y fueron ayudados con soldados y recursos por Francia y España, ante la neutralidad de los países nórdicos; solo tres décadas después enfrentaron su primer desafío externo. México, en cambio, en lugar de tres décadas de paz exterior, tuvo 45 años de amenazas constantes e invasiones directas, que tuvo que enfrentar con su economía en completa bancarrota.

En fin, frente a la riqueza algodonera del sur estadunidense, el potencial marítimo e industrial de Nueva Inglaterra, y la inmensa cuenca del Mississippi, México carece por completo de vías naturales de comunicación; tenía pocos y malos puertos naturales, y todos ellos en zonas mortalmente insalubres; escasa tierra cultivable; carencia casi total de recursos para industrializarse y una sola riqueza que poner en el mercado de la época: la minería de plata, en quiebra antes de 1810. Pero esta sí que es la historia que no nos han contado. Lo realmente sorprendente de la historia del siglo XIX mexicano es que ante tantos obstáculos, hayamos construido un país. Un país de cuyo pasado me enorgullezco.

Falsificadores de la historia: el amor a la patria (estadunidense)

Pedro Salmerón Sanginés/La Jornada.


En la anterior entrega asistimos alborozados a las fabulosas fantasías del desmitificador Zunzúnegui sobre la guerra que el David estadunidense ganó al Goliat mexicano. Continuemos con esa historia, porque Zunzúnegui no se detiene donde lo dejamos: afirma que cuando Estados Unidos se anexó Texas, en 1845, México ya había reconocido la independencia de la república de la estrella solitaria, lo que es una descarada mentira; y que Santa Anna era el presidente en ese momento, lo que es falso (Patria sin rumbo, p. 114).

Asegura que la guerra "comenzó el 8 de mayo de 1847, en apenas cuatro meses la invasión del norte fue un éxito, y el 14 de septiembre de ese año la bandera estadunidense ya ondeaba en Palacio Nacional" (Idem, p. 114). Así es: para este "historiador", una guerra de 18 meses se convierte, de un plumazo, en un desfile militar de cuatro (Id. p. 118).

Una última perla: "Las armas de aquella época eran las mismas para ambos bandos, y Estados Unidos invadió con 14 mil hombres a un país que tenía por lo menos 80 mil soldados" (Idem, p. 117). No sé de dónde saca la cifra de 80 mil soldados mexicanos, pero vayamos a los estadunidenses: por el campamento del general Taylor en Camargo, Tamaulipas, pasaron más de 15 mil hombres, de los que 7 mil avanzaron contra Monterrey. Todavía recibiría refuerzos para destacar columnas a diversos puntos y enfrentar a Santa Anna en La Angostura. No menos de 20 mil hombres pasaron por sus filas. A su vez, el general Scott desembarcó en Veracruz con 12 mil hombres y necesitó más de 20 mil para llegar a México.

Otras columnas avanzaron sobre Nuevo México, California y Chihuahua, fuerzas que sumaban en conjunto cerca de 10 mil hombres. En total, un número tres o cuatro veces superior al que inventa Zunzúnegui. Tampoco hay equidad ni comparación posible en el armamento, pero para saberlo hay que leer cualquier historia seria de aquella guerra.

Es tan fabulosa la versión de Zunzúnegui que nunca pensé que la hubiera tomado de algún otro lado ni que tuviere alguna fuente, pero ¡oh sorpresa! Encontré que sigue a pie juntillas, a uno de los "desmitificadores" originales de esta nueva hornada, Luis González de Alba, cuyo libro (publicado varios años antes) no aparece entre los 16 de la "bibliografía" de Zunzúnegui.

En Las mentiras de mis maestros, González de Alba escribe: "En septiembre de 1847 los ejércitos de Estados Unidos llegaron hasta la capital de México, un país mucho mayor que ellos, e izaron su bandera en el Zócalo" (p. 41).

La pequeña república del norte había vencido al "gigante de régimen feudal y precapitalista cuyas fronteras iban de Oregon a Colombia". Luego: "Un David pequeño, pero belicoso y decidido, contra el Goliat del sur, grande pero torpe, católico y rezandero. Uno atenido a la producción de cañones, el otro a la protección de la virgencita de Guadalupe" (p. 56).

Por fin: "Un incidente fronterizo sirve de pretexto a los pequeños Estados Unidos para declarar la guerra al gigante dormilón, guadalupano y protector de la única y verdadera fe. Comenzó el 8 de mayo de 1847 y en apenas cuatro meses los estadunidenses tomaban Chapultepec y colocaban su bandera en el Zócalo" (p. 59).

No sé qué opine el lector, pero a mí me parece notable. Un desmitificador que sin citar la fuente, repite de manera textual mentiras tan flagrantes que no puede sino haberlas leído en quien las inventó. Incluidas la hermosa figura bíblica y el error elemental de la duración de la guerra. ¿Habría que denunciarlo por plagio?

Por su parte, González va más allá y explica la derrota de Goliat: Estados Unidos nació de la democracia que daba el voto "a todo el mundo" (menos a las mujeres y los esclavos) y ofreció "una oferta utópica", en tanto que México se cerraba sobre sí mismo, tras ser fundado por "una canalla intolerante y fanática". Digamos que la libertad religiosa estadunidense era muy relativa y que el gobierno mexicano no persiguió con hechos positivos, nunca, a las religiones no católicas entre 1821 y 1857: lo que enfureció a los texanos fueron los intentos mexicanos (¿dogmáticos e intolerantes?) por suprimir la esclavitud en Texas (tema que ni siquiera mencionan nuestros desmitificadores), pero entrar en ello implica salir del terreno de las falsedades para entrar en el de la historia, como haremos en la siguiente entrega.

Falsificadores de la historia; Hidalgo, padre de la patria


Pedro Salmerón Sanginés/La Jornada.

Los flamantes falsificadores de nuestra historia odian que Miguel Hidalgo haya abierto la puerta para que el pueblo tomara en sus manos su propio destino. Tienen pesadillas con la "plebe" y la "canalla", a la que quisieran ver permanentemente contenida. Hoy dejaré pasar su idea de la "turba saqueadora" para mostrar que, al afirmar que Hidalgo nunca habló de independencia, sencilla y llanamente mienten. Es cierto que no podemos saber a ciencia cierta las palabras textuales con las que Hidalgo arengó a sus feligreses la madrugada del 16 de septiembre, pero un testigo presencial escribiría después que gritó:

“No existe ya para nosotros ni el rey ni los tributos [...]
"Llegó el momento de nuestra emancipación; ha sonado la hora de nuestra libertad".

Otro de los primeros compañeros de Hidalgo escribió que, en vísperas del 15 de septiembre, el cura lo invitó al movimiento con las siguientes palabras:

"Pues bien, se trata de quitarnos este yugo haciéndonos independientes; quitamos al virrey, le negamos la obediencia al rey de España, y seremos libres; pero para esto es necesario que nos unamos todos y nos prestemos con toda voluntad, hemos de tomar las armas para correr a los gachupines y no consentir en nuestro reino a ningún extranjero. ¿Qué dices, tomas las armas y me acompañas para verificar esta empresa? ¿Das la vida si fuere necesario por libertar a tu patria?"

Además de estos testimonios indirectos, hay numerosos textos firmados por Hidalgo, en los que se habla de independencia y de libertad: en una proclama redactada probablemente en Celaya, en septiembre de 1810, dice Hidalgo:

"El día 16 de septiembre de 1810, verificamos los criollos en el pueblo de Dolores y villa de San Miguel el Grande, la memorable y gloriosa acción de dar principio a nuestra santa libertad".

¿Qué libertad? Lo explica en una proclama fechada en octubre:

“El sonoro clarín de la libertad política ha sonado en nuestros oídos. [...]
"La libertad política de que os hablamos es aquella que consiste en que cada individuo sea el único dueño del trabajo de sus manos y el que deba lograr lo que lícitamente adquiera para asistir a las necesidades temporales de su casa y familia; la misma que hace que sus bienes estén seguros de las rapaces manos de los déspotas que hasta ahora os han oprimido, esquilmándoos hasta la misma substancia con gravámenes, usuras y gabelas continuadas".

Posteriormente, en Guadalajara, el cura Hidalgo publicó numerosos documentos fechados en nuestro Palacio Nacional. Formó un gobierno. Publicó una gaceta. Convocó a un Congreso nacional que dicte leyes suaves y benéficas y gobierne con la dulzura de padres. ¿No es eso luchar por la independencia política? Claro que lo es, a menos que uno no lea, o no quiera entender. Podríamos seguir con los decretos de Guadalajara, decretos de un jefe de Estado, algunos de ellos de enorme alcance, como el de la abolición inmediata de la esclavitud o el relativo a las tierras de los pueblos, pero no haríamos sino abundar en lo dicho: sólo mintiendo puede afirmarse que Hidalgo nunca habló de independencia y libertad; sólo mintiendo puede afirmarse con tan solemne autoridad que no tenía ideas.

Deberían advertir estos desmitificadores que en todos los procesos de independencia de América, los inicios fueron vacilantes y poco claros en lo que respecta a proyectos e ideología. Los propios padres fundadores de Estados Unidos, a los que tanto admiran González de Alba y Zunzúnegui, que iniciaron su guerra en 1774 y derrotaron finalmente a los ingleses en 1781, no definieron su modelo de Estado hasta 1787, y los debates más interesantes se dan en ese año, en torno a El federalista, de Madison, Hamilton y Jay (y por cierto, señores Zunzúnegui y González de Alba: todos esos libertadores y no sólo Hidalgo, y también quienes los combatieron, fueron intolerantemente religiosos. No entenderlos es querer juzgar aquella coyuntura con los criterios del presente).

Para saber qué ideas tenía Hidalgo hay que leer. Yo sé que leer puede resultar tedioso y cansado, pero no hay otra forma de conocer la historia. Les recomiendo, señores desmitificadores, los cuatro volúmenes de Miguel Hidalgo y Costilla: documentos sobre su vida, publicados y compilados por Felipe Echenique y Alberto Cué (INAH, 2010). Elijan ustedes, si quieren, a Iturbide como padre de la patria, pero no mientan en torno a Hidalgo.

Falsificadores de la historia; el odio al cura Hidalgo


Pedro Salmerón Sanginés/La Jornada.

Los desmitificadores de que hablamos en el artículo anterior han dedicado miles de páginas a "desacralizar" a los "falsos héroes", empezando por el primero de ellos: don Miguel Hidalgo y Costilla. Se han impuesto como tarea convencernos de que era un criminal y no hay razón ninguna para llamarlo Padre de la Patria, sólo que al hacerlo, como acostumbran, mienten y falsifican la historia.

Naturalmente, llamar "Padre de la Patria" a un personaje es una convención. Elegir alguna fecha para celebrar es también una decisión más o menos arbitraria: algunos de nosotros elegimos la madrugada del 16 de septiembre de 1810, como también podría ser el 6 de noviembre de 1813, e incluso el 27 de septiembre de 1821, como fecha para conmemorar la Independencia, de la misma manera que los estadunidenses eligieron la Declaración de Independencia, en 1776, y no la victoria final contra los británicos, ocurrida años más tarde. Cada quien, pues, elige. Nosotros hemos elegido a Hidalgo y aquella madrugada de septiembre; ellos han elegido el triunfal desfile de Iturbide y Guerrero en la ciudad de México. Para ambas elecciones hay fundamento, pero los desmitificadores se han empeñado en desmitificar a Hidalgo y, para hacerlo, tienen que mentir.

A José Manuel Villalpando, Hidalgo le cuesta mucho trabajo. En su biografía del párroco de Dolores, el encargado o ex encargado de los festejos del bicentenario (y parcialmente, de la famosa Estela de Luz) se deshace en elogios del buen sacerdote, mostrándolo siempre como tal, buen sacerdote. Hidalgo es un buen sacerdote imbuido de una causa santa.

¡Ah!, pero de pronto el buen párroco es arrastrado por las circunstancias y poseído por un frenesí libertario que lo arroja a inenarrables excesos y terroríficas matanzas. No es Hidalgo el que les horroriza sino la turba, la anárquica muchedumbre, la desordenada multitud que esa misma noche habría de convertirse en una horda sin control (Armando Fuentes Aguirre (Catón), Hidalgo e Iturbide, p. 39). Para Juan Miguel Zunzunegui, no hay nada en Hidalgo fuera de eso, como lo muestra desde el título capitular Hidalgo: ¿guerreros insurgentes o turba saqueadora?: y lo más importante, sus cuatro meses de saqueo, cuatro meses que fue lo único que duró su guerra, no tuvieron relación alguna con la verdadera obtención de la libertad, y se sigue de frente contra el bribón del cura (Zunzunegui, Patria sin rumbo, p. 58 y ss.)

Odian en Hidalgo que haya caído bajo el terrible influjo de las masas: el 14 de abril de 2010, en una videoconferencia, Villalpando afirmó que Hidalgo promovió el matar gente a diestra y siniestra, lo que explica las más de 22 mil muertes sufridas en el país desde 2006 a la fecha, como producto de la guerra contra el narcotráfico. El Hidalgo sanguinario y criminal prefigura, según ellos, la criminalidad inherente al mexicano (Luis Hernández Navarro, La Jornada, 3 de agosto de 2010).

Es esto: la canalla, la plebe, la turba que saquea y se baña en sangre lo que asquea a los Catón, los Villalpando, los Zunzunegui. El grueso de sus textos sobre Hidalgo se detiene en los ríos de sangre de inocentes y omite su proyecto revolucionario, continuado por Morelos. A ese tema, a los decretos de Hidalgo en Guadalajara, a su proyecto social, a sus ideas como caudillo revolucionario, Villalpando le dedica apenas dos párrafos (Miguel Hidalgo, pp. 99 y 123).

Zunzunegui es peor: repite hasta la náusea que Hidalgo nunca mencionó la palabra independencia, que no tenía proyecto y que sólo sus rencillas personales lo llevaron a desatar a aquella turba saqueadora (México: la historia de un país construido sobre mitos, pp. 26 y 75; y Patria sin rumbo, pp. 25 y 58-64). Incluso, afirma rotundamente, es imposible saber qué ideas tenía Hidalgo o si las tenía, pero si tuviéramos que basarnos en lo que gritó, vemos una invitación a pelear por el rey de España y del dominio de la religión (Patria... p. 62). Un poco más allá está la fabulosa posición de Luis González de Alba, quien afirma sobre Morelos, en una lectura de los Sentimientos de la nación aún más presentista y descontextualizada que las de Villalpando o Zunzunegui: ¿A esa canalla intolerante y fanática estamos celebrando? Pues sí, porque seguimos padeciendo los mismos defectos, y por ellos seguimos hundidos en la pobreza (Nexos, septiembre de 2009).

Falsificadores de la historia


Pedro Salmerón Sanginés/La Jornada.

La moda de desmitificar.

A raíz de las reformas educativas iniciadas en 1992, y con mayor énfasis desde el triunfo del PAN en las elecciones de 2000, se convirtió en moda denostar lo que ha dado en llamarse historia oficial. No defenderé yo la antigua versión priísta de nuestro pasado, pero sin duda, los desaforados ataques de que ha sido objeto dificultan cada vez más la enseñanza de la historia.

A la moda del denuesto siguió inmediatamente la de los desmitificadores, que como adolescentes tardíos se lanzaron a desacralizar la historia de México, vaciándola de contenido y tratando de construir una nueva versión en lugar de la anterior, como si todo el conocimiento histórico se redujera a los libros de texto… quizá porque algunos de estos desmitificadores no habían leído otros libros.

De ese modo, sin ningún respeto por el conocimiento histórico, sin distinguir entre el hecho y su interpretación, con un muy escaso manejo de fuentes y nula crítica de las mismas (herramientas elementales del quehacer histórico), han escrito pilas de libros y toneladas de artículos periodísticos y guiones de radio y televisión (es fácil escribir historia sin investigar: basta con aferrarse a ideas preconcebidas y bordar sobre ellas), construyendo esta otra historia, casi siempre con intereses políticos explícitos e inmediatos.

Los historiadores profesionales hemos dejado pasar esas falsificaciones, pero creo que ha llegado el momento de enfrentarlas: estos desmitificadores son cada vez más leídos y tienen un impacto creciente; los medios les entregan espacios; opinan sobre la vida nacional con autoridad de historiadores y, casualmente, todos son partidarios del gobierno en turno. La historia la usan, invariablemente, para intentar darle solidez a sus posiciones políticas.

De ese forma, Luis González de Alba, en un libro de atractivo título (Las mentiras de mis maestros), afirma que la historia oficial sólo nos ha enseñado a sentirnos conquistados y a identificarnos como vencidos, para luego atacar una y otra vez al EZLN y a todos sus simpatizantes, pues como hicieron Hidalgo y Morelos, o Villa y Zapata, siguen cerrando el camino del país hacia la única utopía exitosa: el gobierno democrático, la igualdad ante la ley, la libertad para producir y para comerciar (p. 264).

José Manuel Villalpando participó activamente en la campaña electoral de 2006 con inolvidables paralelismos, como aquel en que hablaba de Vicente Guerrero para referirse a López Obrador: "es un hombre con pocas luces, con gran dificultad para hablar, con ideas francamente peligrosas, calificadas de populistas [...] Es un hombre ambicioso que se ha rodeado de las más despreciables figuras políticas, cuyas ideologías son abiertamente contrarias al interés de una nación que acaba de obtener sus derechos y que está aprendiendo a ejercerlos". Posteriormente acuñó su célebre frase: "Si Juárez viviera sería del PAN", que defendió innumerables veces, como en una entrevista concedida a El Universal: "López Obrador usa a Juárez de manera maquiavélica, falseando al verdadero Juárez [...] parte de una malformación de la figura de don Benito surgida a partir del populismo de Echeverría, al cual López Obrador sigue a pie juntillas". Afortunadamente, su corresponsabilidad en el escándalo de la Estela de Luz lo mantiene callado en la actual campaña.

Juan Miguel Zunzunegui manipula la historia para mostrar que los mexicanos somos los principales enemigos de los pocos que han intentado sacarnos de la condición de conquistados que nos autoimponemos (como Felipe Calderón). Que todos nuestros males los hemos provocado nosotros mismos. Urge enseñarle a México su verdadera historia para trascenderla y poder instrumentar las reformas liberales de segunda o tercera o cuarta generación: por ejemplo, la supresión total del sector social en el campo, pues el reparto cardenista destruyó a México y la miseria del campo mexicano se la debemos a esa masacre llamada revolución; por ejemplo, abrir el sector petrolero a la iniciativa privada para que ahora sí sea fuente de riqueza, pues la expropiación petrolera fue solamente un golpe publicitario de nefastos resultados (La historia de una matanza por el poder, pp.141 y 146).

Por la misma vía discurren Macario Schettino, Armando Fuentes Aguirre, Catón, y otros, a los que iremos señalando. No haremos lo que ellos desde opuesta posición política. Nuestro objetivo será hacer evidentes sus métodos: la mentira flagrante, la mentira a medias, la manipulación de fuentes, la supresión de datos que les resultan incómodos, la falsificación pura y dura. El propósito de esta columna será mostrar a esos desmitificadores como lo que son: falsificadores.

lunes, 13 de agosto de 2012

AMLO discurso Expofraude 2012 Zócalo Capitalino




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Por esto y mucho mas es un honor estar con Obrador y luchar por la nación.

Los patroncitos dicen: ¡aceptenlo!

BDI.

Los patroncitos chulos dueños de Mexico siempre son los que deciden quien manda y nos piden que lo aceptemos…

Hidalgo y Morelos ya murieron...¡aceptenlo!
Ya soy emperador....¡aceptenlo!
Ya decidi eternizarme en el poder....¡aceptenlo!
Ya soy emperador...¡aceptenlo!
Ya me reelegi....¡aceptenlo!

Ya soy presidente...¡aceptenlo!

Ya les impuse un pendejo... ¡aceptenlo!





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sábado, 11 de agosto de 2012

Gana Bolt sexta medalla de oro en JO a pesar de sufrir escoliosis

SDP.
Usarin Bolt demuestra que para ser un deportista de élite, no importa padecer una enfermedad como la escoliosis.


Usain Bolt corrió junto con sus compañeros Blake y Powell en los relevos 400 x 4. Los jamaicanos pulverizaron el récord del mundo y el récord olímpico. Estos atletas demostraron que no hay mejor país para la velocidad que Jamaica.

A Usain Bolt le tocó la posición de privilegio: cerrar la carrera de relevos. Bolt corrió sin presión porque ya no tenía nada que demostrar, como había dicho un día antes: él ya es leyenda. Le entregaron la estafeta y el norteaméricano, que corría casi empatado, no le vió ni el polvo. Como ya es costumbre, Bolt atravezó la línea de meta celebrando metro antes.

Lo que pocos saben es que Usain Bolt padece de escleriosis en la columna, un padecimiento que hace que la espalda se enchueque causando fuertes dolores. Es por eso que desde muy jóven se dedicó al deporte: para poder contrarestar los dolores. Bolt también tiene una pierna más larga que la otra, lo que le resta explosividad, pero que con mucho esfuerzo y un entrenamiento que no para para contrarestar dolores, es impercebtible; tan imperceptible que es el hombre más rápido de la historia y, junto con Pelphs, el más grande atleta en la historia de los Juegos Olímpicos.



viernes, 10 de agosto de 2012

Narco detenido en España, priista sonorense cercano a EPN


Proceso.

MÉXICO, D.F., (proceso.com.mx).- Rafael Humberto Celaya, una de las cuatro personas detenidas en España por ser presuntos capos del cártel de Sinaloa, presumía en su cuenta de Facebook su cercanía con el candidato presidencial Enrique Peña Nieto.

“Registro en el DF con EPN” es el título de una de las fotografías que Rafael Humberto Celaya colocó en su cuenta, al lado de Peña Nieto. Ambos se muestran sonrientes ante la cámara.

“Evento de inicio de campaña en Sonora” es otra de las imágenes en las que Humberto Celaya aparece cercano al candidato presidencial priista.

El sonorense Rafael Humberto Celaya fue nombrado por Peña Nieto coordinador de candidatos federales del PRI en San Luis Río Colorado. Fue precandidato del PRI a diputado federal por el distrito uno de Sonora.

Es sobrino de Víctor Hugo Celaya, un influyente político sonorense de San Luis Río Colorado, municipio fronterizo con alta presencia del crimen organizado.

Este día, la policía de España dio a conocer la detención de Rafael Humberto Celaya junto con un supuesto primo de Joaquín, “El Chapo”, Guzmán. Se les acusa de pretender conformar una red de narcotráfico en Europa.

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Notas relacionadas:
Celaya Valenzuela, el capo priista (Proceso).
Rafael Humberto Celaya Valenzuela: aspirante a diputado e integrante del Cartel de 'El Chapo' (SDP).
FOTOS: Detenido por narco tiene fotos con Enrique Peña Nieto y Emilio Gamboa (BDI).
Rafel Humberto Celaya Valenzuela recibió nombramiento de EPN como coordinador: Reforma (BDI).
Rafael Humberto Celaya Valenzuela no era sólo un fan, sino coordinador de EPN, señalan (BDI).
Afirma IFE que Peña Nieto sólo tuvo 13 espectaculares y le da impunidad (BDI).

Captura España banda de "El Chapo"; su primo, en ella (La Jornada).
Es del PRI, ligado al narco; presume fotos con EPN (El Universal).


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martes, 7 de agosto de 2012

Isinbayeva, una atleta cambiante; podría ir a Rio 2016


La “zarina” tenía planeado terminar su carrera después del Mundial de 2013, pero cambió de opinión.

Afp/La Jornada

Londres. La rusa Yelena Isinbayeva, que el lunes no pudo lograr su tercer título olímpico en salto con pértiga y se tuvo que conformar con el bronce, es una diva intermitente, la 'Calas' del atletismo femenino, capaz de saltar alto pero también de ofrecer noches decepcionantes.

"Mi decisión cambia cada día. Hoy les digo que lo dejo pero mañana me despierto y decido continuar. Pensé en dejar mi carrera después del oro de Londres, pero después de haber conseguido el bronce pienso que voy a seguir hasta los Juegos de Rio 2016", declaró la rusa tras su participación en los Juegos.

A principios de temporada, Isinbayeva tenía otra idea, y declaró que el término de su carrera sería después del Mundial 2013 que se celebra en Moscú.

Después de cuatro años asombrando al mundo, encadenando recitales en los que era capaz de saltar cinco metros con un máximo de 5,06 (récord del mundo), la exgimnasta de Volgogrado cayó en la mediocridad durante 2009 y 2011.

Durante estos dos años tuvo fallos inexplicables como el 'cero' que se llevó en el Mundial 2009 de Berlín, que sorprendió a sus admiradores.

Isibanyeva, de 30 años, quien comenzó una vida de diva entre Mónaco e Italia, a donde la llevó el entrenador Vitaly Petrov, afrontó un reto el año pasado para volver a ser la que era.

Regresó a su ciudad natal, a orillas del Volga, con el entrenador que la descubrió, Yevgeny Trofimov, al que Isinbayeva llama su segundo padre.

"Puedo decir que he encontrado la maravillosa sensación de volar por encima de la barra. Ahora estoy contenta con todo lo que hago y aprecio cada minuto que paso en el campo, tanto en los entrenamientos como en la competición", declaró entonces la rusa.

Unas semanas antes de Londres, la rusa no ocultó su confianza en poder lograr su tercer título olímpico (tras Atenas 2004 y Pekín 2008).

"Si puedo mantener la forma y evitar las lesiones, no habrá rival a mi altura en Londres, a excepción de yo misma", advirtió la atleta.

En la capital británica, Isinbayeva tuvo que rebajar su euforia al ver que sus adversarias estaban en una forma superior y se quedó sin ser la primera atleta tres veces campeona olímpica de la disciplina de forma consecutiva.

La nueva campeona fue Jennifer Suhr, que consiguió su título superando la barra de 4,75 metros, en su segundo intento.



http://youtu.be/W0IjnJdKapg


http://youtu.be/8Rj4xCNf5j0

Yelena Isinbayeva (Wikipedia: Es, En).

Padres de jóvenes dirigentes de MC piden clemencia a sus secuestradores

SDP.

“Venimos a solicitar compasión, a suplicar misericordia, a apelar a las personas que los tienen a que nos entreguen a nuestros hijos”, dijeron los padres de los tres jóvenes militantes del Partido Movimiento Ciudadano, que fueron secuestrados desde hace 15 días.


Morelia, Michoacán.- Padres de familia de tres jóvenes militantes del partido Movimiento Ciudadano que fueron secuestrados hace 15 días en Paracho, llamaron a los plagiarios a entregarlos sanos y salvos.


“Venimos a solicitar compasión, a suplicar misericordia, a apelar a las personas que los tienen a que nos entreguen a nuestros hijos”, dijeron en rueda de prensa.

Acompañados por el senador de Movimiento Ciudadano, Luis Walton, los padres de los jóvenes afirmaron que las investigaciones sobre el triple plagio no registran avance alguno.

Reconocieron no haber recibido ningún tipo de comunicación por parte de los plagiarios, y descartaron cualquier tipo de vinculación de los jóvenes con asuntos criminales.

En rueda de prensa, celebrada en un céntrico hotel de la capital michoacana, Laura Benítez Castañeda, Guadalupe Nava y Juan Manuel Castañeda Guerrero, aseveraron que lo único que les interesa es recuperar a sus hijos.

Por ello, prometieron que no habrá represalias y acción jurídica en contra de quien los tenga, pues “sólo queremos que regresen con nosotros”, insistieron.

Este martes, los padres de familia y el senador de Movimiento Ciudadano se reunieron en privado con el titular de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), Plácido Torres, quien les informó sobre los avances de las investigaciones.

Sin embargo, en este sentido se mostraron reacios a dar detalles y sólo externaron su confianza en que los tres jóvenes se encuentren con vida y puedan volver pronto.

Como se recordará, el sábado 21 de julio los integrantes del partido Movimiento Ciudadano identificados como Luis Enrique Castañeda Nava, de 28 años de edad; Diego Antonio Maldonado, de 26, y Ana Belem Sánchez, se encontraban en Paracho impartiendo un curso de capacitación.

Los tres, originarios de la delegación Tlalpan del Distrito Federal, se encontraban en su hotel cuando desconocidos los sacaron y se los llevaron por la fuerza.

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Por esto y mucho mas es un honor estar con Obrador y luchar por la nación.

lunes, 6 de agosto de 2012

Presentan nuevo spot contra elección presidencial del 1 de julio

En el video, de 20 segundos de duración, se escucha a una voz decir “Validar la elección Presidencial es aceptar que se violó nuestra Constitución. Es permitir que los monopolios sigan creciendo”, mientras se ve claramente un logotipo de la empresa Televisa.


http://youtu.be/xsi_TXmXAg4

El siguiente es otro video relacionado:
 http://youtu.be/YBEnH-EYGKE

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Cartones:





Empresa PANestatal

Pronunciamientos

Blanquiazulillos

Ratificando


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viernes, 3 de agosto de 2012

Comprará México 1.5 millones de toneladas de maíz en EUA


Por Francisco Trujillo. Corresponsal/Notimex.

Dallas, 2 Ago (Notimex).- Estados Unidos informó  que se acordó concretar la venta de un millón 516 mil toneladas de maíz a México, en la cuarta mayor adquisición del grano en la historia de este país por parte de un cliente extranjero.

Productores y exportadores de maíz reportaron este jueves al Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) que se acordó la venta a México de 982 mil 980 toneladas durante el ciclo 2012-2013 y 533 mil 400 más para enviarse en el periodo 2013-2014.

El ciclo de comercialización del maíz se inicia el 1 de septiembre próximo.

El reporte de la histórica venta de maíz a México fue revelado en el boletín que emite el USDA sobre el volumen diario de exportaciones de granos.

Los productores están obligados a informar al USDA sobre cualquier actividad de ventas de exportación por más de 100 mil toneladas de uno de los productos básicos, realizadas en un día.
En el reporte no se informa quién o quiénes son los exportadores del grano, ni quién o quiénes son los importadores en México.

La significativa venta se efectúa en momentos en que los precios del maíz se han elevado en 50 por ciento desde junio pasado, al pronosticarse que disminuirá la cosecha del grano debido a la sequía en Estados Unidos, el principal productor de este cereal.

Analistas de los mercados de granos indicaron que la exportación de este importante volumen de maíz a México dará a ese país, uno de los principales importadores del grano, la seguridad de que contará con el cereal en caso de que haya escasez y se eleve aún más su precio.

De acuerdo con datos del USDA, esta es la mayor compra de maíz efectuada en Estados Unidos desde finales de la década de los 80, cuando la entonces Unión Soviética adquirió 3.7 millones de toneladas, poco antes de desintegrarse como país.

La venta es también la cuarta mayor compra de maíz realizada por un cliente extranjero en la historia de Estados Unidos, que cada año exporta más de 60 millones de toneladas de este grano.

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Comentarios:
- Y también es el colmo que Japón sea el principal exportador del nopal...

- Mientras tanto, mexico seguira exportando, jornaleros ilegales para seguir cultivando, el producto. ...... ciudadanos tenemos un enemigo comun, y se llama sistema politico mexicano. estamos en manos de hampones que comercian con nuestras necesidades más básicas.

- Esto no sucedería si los políticos no saquearan al país y llegaran bien los recursos al campo, lo que además evitaría la migración; tan solo ¿cuanto se gastaron en las elecciones? esto humillante para méxico.

- Y si no lo crees, Mauricio, FCH redujo en sus 6 años el presupuesto anual promedio del CONACyT y de PROMEP, distrayendo a la opinión pública con programuelos de "estancias cortas en el extranjero" y becas limitadas a educación básica.

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miércoles, 1 de agosto de 2012

Articulo 403 del Código Penal Federal. Si en México se respetara la ley las cárceles estarían llenas de PRImates...


BDI.

ARTICULO 403. SE IMPONDRAN DE DIEZ A CIEN DIAS MULTA Y PRISION DE SEIS MESES A TRES AÑOS, A QUIEN:

I. VOTE A SABIENDAS DE QUE NO CUMPLE CON LOS REQUISITOS DE LA LEY;

II. VOTE MAS DE UNA VEZ EN UNA MISMA ELECCION;

III. HAGA PROSELITISMO O PRESIONE OBJETIVAMENTE A LOS ELECTORES EL DIA DE LA JORNADA ELECTORAL EN EL INTERIOR DE LAS CASILLAS O EN EL LUGAR EN QUE SE ENCUENTREN FORMADOS LOS VOTANTES, CON EL FIN DE ORIENTAR EL SENTIDO DE SU VOTO;

IV. OBSTACULICE O INTERFIERA DOLOSAMENTE EL DESARROLLO NORMAL DE LAS VOTACIONES, EL ESCRUTINIO Y COMPUTO, EL TRASLADO Y ENTREGA DE LOS PAQUETES Y DOCUMENTACION ELECTORAL, O EL ADECUADO EJERCICIO DE LAS TAREAS DE LOS FUNCIONARIOS ELECTORALES;

V. RECOJA EN CUALQUIER TIEMPO, SIN CAUSA PREVISTA POR LA LEY, CREDENCIALES PARA VOTAR DE LOS CIUDADANOS;

VI. SOLICITE VOTOS POR PAGA, DADIVA, PROMESA DE DINERO U OTRA RECOMPENSA DURANTE LAS CAMPAÑAS ELECTORALES O LA JORNADA ELECTORAL;

VII. EL DIA DE LA JORNADA ELECTORAL VIOLE, DE CUALQUIER MANERA, EL DERECHO DEL CIUDADANO A EMITIR SU VOTO EN SECRETO;

VIII. VOTE O PRETENDA VOTAR CON UNA CREDENCIAL PARA VOTAR DE LA QUE NO SEA TITULAR;

IX. EL DIA DE LA JORNADA ELECTORAL LLEVE A CABO EL TRANSPORTE DE VOTANTES, COARTANDO O PRETENDIENDO COARTAR SU LIBERTAD PARA LA EMISION DEL VOTO;

X. INTRODUZCA EN O SUSTRAIGA DE LAS URNAS ILICITAMENTE UNA O MAS BOLETAS ELECTORALES, O SE APODERE, DESTRUYA O ALTERE BOLETAS, DOCUMENTOS O MATERIALES ELECTORALES, O IMPIDA DE CUALQUIER FORMA SU TRASLADO O ENTREGA A LOS ORGANOS COMPETENTES;

XI. OBTENGA O SOLICITE DECLARACION FIRMADA DEL ELECTOR ACERCA DE SU INTENCION O EL SENTIDO DE SU VOTO, O BIEN QUE, MEDIANTE AMENAZA O PROMESA DE PAGA O DADIVA, COMPROMETA SU VOTO EN FAVOR DE UN DETERMINADO PARTIDO POLITICO O CANDIDATO;

XII. IMPIDA EN FORMA VIOLENTA LA INSTALACION DE UNA CASILLA, O ASUMA DOLOSAMENTE CUALQUIER CONDUCTA QUE TENGA COMO FINALIDAD IMPEDIR LA INSTALACION NORMAL DE LA CASILLA; O

XIII. DURANTE LOS OCHO DIAS PREVIOS A LA ELECCION Y HASTA LA HORA OFICIAL DEL CIERRE DE LAS CASILLAS QUE SE ENCUENTREN EN LAS ZONAS DE HUSOS HORARIOS MAS OCCIDENTALES DEL TERRITORIO NACIONAL, PUBLIQUE O DIFUNDA POR CUALQUIER MEDIO LOS RESULTADOS DE ENCUESTAS O SONDEOS DE OPINION QUE DEN A CONOCER LAS PREFERENCIAS DE LOS CIUDADANOS.

FUENTE: http://info4.juridicas.unam.mx/ijure/fed/8/494.htm?s

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