Rodrigo Vera
22 de Junio de 2013
Reportaje Especial
Las modificaciones al artículo 24 constitucional implican un retroceso histórico de 150 años, pues dan al traste con la vocación laica del Estado mexicano. Para el especialista Elio Masferrer Kan, esa acción representa la puntilla al juarismo y constituye un verdadero riesgo, sobre todo en lo relativo a la libertad religiosa, pues una de sus derivaciones –la libertad de conciencia– podría convertirse en un arma política que la jerarquía católica podría utilizar en su beneficio.
22 de Junio de 2013
Reportaje Especial
Las modificaciones al artículo 24 constitucional implican un retroceso histórico de 150 años, pues dan al traste con la vocación laica del Estado mexicano. Para el especialista Elio Masferrer Kan, esa acción representa la puntilla al juarismo y constituye un verdadero riesgo, sobre todo en lo relativo a la libertad religiosa, pues una de sus derivaciones –la libertad de conciencia– podría convertirse en un arma política que la jerarquía católica podría utilizar en su beneficio.
Peña Nieto cuando compareció ante el episcopado en abril pasado. | Foto: Miguel Dimayuga. |
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El presidente Enrique Peña Nieto prepara una magna ceremonia para promulgar la controvertida reforma al artículo 24 constitucional que le abrirá el ámbito público a la jerarquía católica, cambio que ya cumplió con todos los requisitos para ponerse en marcha: fue aprobada por la Cámara de Diputados, el Senado y –apenas en abril pasado– por la mayoría de los congresos estatales.
Esta modificación fue una promesa que, desde su campaña por la Presidencia, hizo Peña Nieto a la Iglesia católica, que con este cambio constitucional podrá impartir instrucción religiosa en las escuelas públicas, acceder a cargos de elección popular y poseer medios de comunicación masiva, entre otros derechos que anteriormente se le negaban.
Pero antes de que Peña Nieto promulgue la reforma, en estos momentos se prepara a la opinión pública con manifestaciones religiosas que algunos gobernadores y presidentes municipales realizan durante sus actos públicos, como ensayo de lo que serán las nuevas relaciones entre la Iglesia y el Estado mexicano.
Por lo pronto, los gobernadores de Chihuahua y Veracruz, César Duarte y Javier Duarte, respectivamente, ya “consagraron” sus respectivas entidades al Sagrado Corazón de Jesús. Mientras que la alcaldesa de Monterrey, Margarita Alicia Arellanes, entregó las llaves de la ciudad a Jesucristo. Lo mismo hicieron los alcaldes de Ensenada, Baja California; Guadalupe, Nuevo León, y Ciudad Benito Juárez, Nuevo León.
El investigador Elio Masferrer Kan, quien la semana pasada presentó el libro Estado laico y contrarreforma al 24 constitucional comenta al respecto:
“Esta reforma al artículo 24 ya reconoce la llamada ‘libertad religiosa’ que tanto venía pidiendo la jerarquía católica. Ahora sí tendrá apoyo constitucional para decir: ´Tengo libertad para dar instrucción religiosa en las escuelas públicas, tengo libertad para tener medios de comunicación y para hacer esto y aquello´, pues la reforma le abre a la Iglesia posibilidades para todo… ¡para todo!”.
–¿De ese grado es la importancia de la reforma? –se le pregunta.
–Sí, pues con ella se podrán eliminar las restricciones impuestas a la Iglesia a partir del siglo XIX. Entierra lo que queda del juarismo y clausura 150 años de historia. Es realmente una gran contrarreforma porque significa un retroceso histórico. De ese tamaño es el cambio.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1912, ya en circulación)
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