Por Vicenç Navarro / Público.es
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Policy Analysis and Public Policy. The Johns Hopkins University
Me alegra constatar que la publicación de mi artículo “Lo que la película Lincoln no dice sobre Lincoln” en Público (17.01.13)
ha generado un cierto interés con un incipiente debate sobre la
influencia del pensamiento y movimiento socialistas (en sus diversas
sensibilidades, socialista, comunista o anarquista) sobre Lincoln y la
abolición de la esclavitud en EEUU. Lamento, sin embargo, que, como era
ya predecible, tal debate no haya aparecido en los mayores medios de
difusión del país. Éstos, en su discusión sobre la película Lincoln, se
han centrado en el análisis filmográfico sin explicar ni entender el
contexto de la temática de la misma. Los medios, entendidos como
espectáculo, continuamente debilitan el carácter informativo y educativo
que debería prevalecer en su producción.Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Policy Analysis and Public Policy. The Johns Hopkins University
La respuesta al artículo ha
sido viva y agradezco su intensidad. Pero antes de comentar tales
respuestas, incluyendo, por supuesto, las críticas, quisiera subrayar
que veo méritos en el mensaje político que la película intenta dar y que
tiene que entenderse dentro del enorme conservadurismo que caracteriza
la cultura hegemónica de aquel país. Por extraño que parezca, la llamada
Guerra Civil estadounidense se ha presentado como un conflicto entre
dos bandos igualmente válidos en la moralidad de su causa. Y le
sorprenderá al lector saber que, en general, había y continúa habiendo
una gran simpatía en la última filmografía hacia la causa confederal,
vista como una causa romántica (supuestamente en defensa de la tradición
y del patriotismo) frente a los intereses federales que, con su
modernización, rompieron con la cultura de un mundo antiguo pero
supuestamente mejor. La película Lo que el viento se llevó tipifica esta visión. En realidad, tan recientemente como el año 2003, se podía todavía ver la película Gods and Generals, que es una defensa de la supuesta nobleza de la causa del Sur.
Desde este punto de vista, la película Lincoln es
la primera película con un presupuesto importante que claramente adopta
una postura favorable al Norte. Ahora bien, esta visión, al centrarse
en la aprobación de la Ley de la Emancipación de la Esclavitud, sin
analizar el contexto político que lo determinó, no explica porqué
ocurrió aquel evento ni cómo ocurrió. Ver (como hace la película) la
aprobación de tal ley como resultado de un politiqueo, incluyendo
prácticas clientelares entre las distintas personalidades (rasgo muy
característico, por cierto de la filmografía estadounidense) detrás de
la Ley, es no entender la historia. Se repite con ello la imagen tan
extendida de que la historia la escriben los grandes hombres (y
ocasionalmente grandes mujeres), tesis más que discutible. En realidad,
más que discutible, la tesis es errónea, pues tales personajes son voces
e instrumentos de fuerzas económicas y políticas y movimientos sociales
más amplios, como el mundo del capital y del trabajo, que apenas
aparecen en la película. Incluso, centrándose en el tema de la
emancipación, no se puede entender la evolución de Lincoln (a la cual
haré referencia más tarde) sin conocer que 200.000 tropas de esclavos se
unieron a las tropas federales, cuya lucha heroica jugó un papel
importante en la victoria federal. Ni sin citar el movimiento
abolicionista dentro del Partido Republicano, liderado por una persona
clave, Thaddeus Stevens, o el propio movimiento obrero, incluido el
internacional. Era precisamente durante los meses en los que ocurren los
hechos de la película cuando la 1ª Internacional se estableció, con un
intercambio epistolar entre Lincoln y Marx (al cual hice referencia en
mi artículo anterior) de enormes significados que, predeciblemente, no
aparece en esta película.
Pero paso ahora a responder las aparentes incoherencias en la postura de Lincoln. Varios comentaristas han señalado las declaraciones de Lincoln, que en varias ocasiones se distanció claramente de las tesis abolicionistas. En mi artículo decía ya que Lincoln había tenido claroscuros en su biografía. Y éste era uno de ellos. Ahora bien, sin diluir la importancia de estos hechos, también hay que constatar que el famoso discurso en el que Lincoln, en plena campaña para el puesto de Senador de EEUU, se desmarcó de tal postura ocurrió el 18 de septiembre de 1858. Pero Lincoln evolucionó debido a las influencias de los propios negros que lucharon en el lado republicano, así como los socialistas, sobre todo los utópicos, que generaron aquel eslogan que, como indiqué en el artículo anterior, dio pie a la famosa frase ex lincolniana del “government of the people, by the people and for the people”. De ahí que fuera considerando más y más a los exesclavos como parte de este “people”, de este pueblo. En realidad, la prohibición de la esclavitud sin compensación a los propietarios de esclavos fue la nacionalización más profunda y más rápida que haya ocurrido en cualquier revolución. Eliminó de un plumazo una clase social: los propietarios de esclavos. Y aunque Lincoln no hiciera suya la causa abolicionista de que tales tierras pasaran a ser poseídas por los esclavos, no queda claro qué hubiera ocurrido en caso de continuar su vida como Presidente. El creciente movimiento podría haberle influenciado todavía más y más. El único punto claro es que el que fue jefe de su gabinete más tarde indicó que muchos en la campaña de Lincoln eran socialistas con pleno conocimiento y aprobación del Presidente. Todo ello explica el reconocimiento que tal Presidente ha tenido, mereciéndose la asignación de su nombre a las Brigadas de luchadores estadounidenses a favor de la II República española, conocidas como Brigadas Lincoln.
Una última observación. La visibilidad, reconocimiento y concienciación de una forma de explotación viene determinada por la movilización de las víctimas de tal explotación que hacen conscientes al resto de la sociedad de la justicia de su causa. Marx, un luchador contra la explotación del mundo del trabajo por parte del capital, no era consciente ni era sensible a otra forma de explotación, la explotación de género. Las feministas han criticado, con razón, a Marx por esta insensibilidad.
Y hace muy poco, las izquierdas europeas eran muy poco sensibles a la explotación de las personas homosexuales, y sólo hace unos años que ha habido tal reconocimiento. Y, todavía hoy, muchos socialistas españoles son insensibles a la explotación que el Estado español ha impuesto a las naciones existentes dentro de España, negando su existencia. Abraham Lincoln fue evolucionando y pasó de tener una repugnancia hacia la esclavitud a reconocer a la población esclava como una población dotada de los mismos derechos que el resto de la población. El gran defecto de la película Lincoln es que no explica ni informa sobre las causas (es decir, el contexto político) de tal evolución.
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