sábado, 6 de septiembre de 2008

Los Peleles

(Publicado por Pomponio)

Ladillas

Los Peleles

Por el Lic. Mefistófeles Satanás

El poner y quitar peleles en la silla presidencial es una tradición muy mexicana. Por ejemplo, Santa Anna cada que se aburría de la presidencia ponía en la silla un pelele y se iba a echar la hueva en Manga de Clavo. Luego habría un “pronunciamiento” del general y quitaba al pelele y volvía a asumir la presidencia. Las veces que el cojo estuvo exiliado se buscaba a un generalote que se levantara en armas y sirviera de pelele hasta que Santa Anna regresara a la silla.

El viejo barbas de chivo Carranza quiso poner un pelele en la silla pero los sonorenses –Obregón, Calles, y de la Huerta— se le alzaron. El viejo fue a morir en un jacal en Tlaxcalaltongo. Aparentemente un joven brigadier michoacano estuvo entre los que ajusticiaron al viejo.

De la Huerta fue puesto en la silla al morir Carranza. Don Fito no era ciertamente un pelele. Además, don Adolfo de la Huerta había hecho gran amistad con un lobo estepario, el centauro Francisco Villa, a raíz de la rendición de este. Don Fito le otorgo al centauro la hacienda de Canutillo. A cambio, Villa le regalo una preciosa yegua, la Siete Leguas, y quedamente le hizo saber que estaba a sus ordenes para lo que fuera necesario. No, don Fito no era un pelele.

El manco Obregón siguió a de la Huerta. Y luego siguió el turco Calles. Don Fito se levantó en armas pero Villa ya había muerto y su insurrección fracasó. Obregón se hizo reelegir y Toral le dió sobredosis de plomo. Calles aprendió la lección: había que gobernar con peleles.

Así fue como Calles puso al frente a una serie de peleles, empezando por Ortiz Rubio, el llamado “Nopalito”, y luego seguido por Abelardo Rodríguez. El turco decidió buscar un nuevo pelele y se equivocó. Designó para la presidencia al joven brigadier michoacano que mencione arriba. Este también había sido gran amigo de don Adolfo de la Huerta. Una vez el michoacano lo visitó en los Pinos y vió la yegua, la que había sido de Villa.

“Esta chula la yegua, señor presidente.”

“Llevesela general. Es mucha yegua para mi. Era de Pancho.”

Así fue como Lázaro Cárdenas se llevo la yegua. Y un buen día le cayó también la presidencia. Y se dio cuenta que mientras no se deshiciera del turco solo sería un pelele.

Con gran habilidad el michoacano se deshizo del turco. Este, además, ya estaba viejón y sufría de sífilis, enfermedad que no se podía curar entonces. Así que un buen día el “jefe máximo de la revolución” se fue exiliado a Los Ángeles. Lázaro Cárdenas no iba a ser un pelele.

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Nota de Víctor Hdz:

Hay que reconocerle particularmente dos cosas a Pomponio:

1. Se sabe como pocos la historia de resistencia y revolución del país

2. La sabe contar de una manera amena y sencilla de entender. A menos, claro que lo lea un panista. Por aquiello del analfabetismo funcional pués.

Por cierto: antes de Calles y Carranza Porfirio Díaz también tuvo a su pelele por 4 años. Luego de eso, a la muerte de Madero, Estados Unidos tuvo también a su pelele: un borrachín pelón de lentes que se vestía de militar: Victoriano Huerta (¿a poco pensaban que felipito es original? ¡pffft! ni en eso es competente). Vale la pena mencionar también que el abuelo de Santiago Creel era funcionario porfirista. Y que el papá de Carlos Abascal era Sinarquista. Es decir, uno de los que pretendían convertir en movimiento político a lo que quedaba del terrorismo cristero. Finísimas personas estos panistas.

(nota en SDP)