Por Arturo Delgado Moya
Benito Juárez y Lázaro Cárdenas, dos personajes de la historia de México, que simbolizan dos acontecimientos, dos épocas muy complicadas para los mexicanos, dos momentos de lucha social, política y militar de los sectores progresistas de nuestro país. Con la personalidad del licenciado Benito Juárez García, conmemoramos las acciones políticas más audaces que la generación brillante de mexicanos liberales, llevaron a cabo en su empeño, exitoso, de consumar la creación del Estado Mexicano Laico, poner a la Iglesia Católica en su lugar, y generar la fuerza de la sociedad civil, que se adhiriera a la nueva estructura política y social de la república mexicana Federal y Democrática.
La Revolución Jurídica, Política y Social triunfante, organizada, ejecutada y consolidada por el Partido Liberal y su núcleo pensante – dirigente-, otorgó a los mexicanos la posibilidad de ejercer su soberanía y en consecuencia el poder soberano del pueblo. Los momentos críticos que vivieron los mexicanos de entonces, dividió a las familias, a las comunidades y a la sociedad entera, en una lucha entre liberales y conservadores.
De acuerdo con la nueva constitución política publicada en Querétaro en 1857, la promulgación de las Leyes de Reforma y su incorporación a la Constitución vigente, el Estado Laico estableció su política educativa para formar un ciudadano libre de dogmas, prejuicios y con sentido racional. En materia económica se garantizaba la propiedad privada, la actividad comercial y el pago de impuestos al gobierno de la república. El clero había quedado sin propiedades, sin poder sobre la vida civil de los mexicanos.
El Estado Mexicano había consolidado su espíritu nacional y creado sus instituciones civiles, las cuales regularían las relaciones de poder entre los ciudadanos y entre éstos y el gobierno. Es penoso, por no decir indignante, que diputados federales y senadores del PRI, estén promoviendo la reforma al artículo 24 de la Constitución, contraria al ideal liberal del Benemérito de las Américas.
Después de tres décadas de poder porfirista, la Revolución Mexicana viene a consolidar un régimen político que se propone resolver las aspiraciones populares e incorporar a las masas a los órganos de poder político. Para cuando llega a la presidencia de la República, el general Lázaro Cárdenas, las experiencias de lucha y organización de obreros, campesinos y sectores populares, en el Partido Nacional Revolucionario y en las organizaciones sociales, sindicales y populares, otorgaron, día a día, un sustento social, cada vez más fuerte al Estado en su aplicación de una política de masas.
Cuando las compañías petroleras se negaron a resolver el conflicto laboral, intervino el presidente Lázaro Cárdenas y las empresas siguieron en su empeño de negar una respuesta positiva a los trabajadores, todavía y cuando la Suprema Corte de Justicia determinó que la razón les asistía. Fue así como el presidente Cárdenas, decretó la expropiación petrolera un viernes 18 de marzo a las 8 de la noche, cuando se dio la noticia por las estaciones de radio en todo el país. Creó en seguida la empresa paraestatal Petróleos Mexicanos.
La aplicación del artículo 27 de la Constitución, en la parte relativa a la riqueza del subsuelo, como propiedad de la nación, procedió a expropiar todas las compañías extranjeras, sus instalaciones, sus extensiones territoriales y demás bienes, que hacían posible el servicio de explorar, explotar, refinar y distribuir el petróleo.
El Estado mexicano, adquiría así, una fuerza económica, política y social, que lo convertía en rector de la economía nacional, aunado a la expropiación de los ferrocarriles, la creación de Nacional Financiera y de la Comisión Federal de Electricidad, la Reforma Agraria, la legislación laboral y la de los burócratas federales, entre otras acciones del gobierno cardenista.
La expropiación petrolera, que ayer recordaron grupos de ciudadanos, como la guardia en el monumento al Gral. Lázaro Cárdenas organizada por la Gran Logia del Estado, las autoridades y ciudadanos del Distrito Federal y los eventos celebrados en Veracruz, Tamaulipas, Tabasco y el estado de Michoacán, entre otros.
La dimensión histórica de la expropiación petrolera, solo es comparable con las acciones del presidente Benito Juárez, cuando nacionalizó los bienes de la iglesia católica y sentó las bases para la creación del Estado nacional: republicano, laico, federalista y democrático. Hoy padecemos gobiernos contrarios a la Reforma Liberal y al ideario derivado de la Revolución Mexicana.
Podemos afirmar que México ha tenido un presidente inmortal durante el siglo XIX: Licenciado Benito Juárez García; un presidente inmortal durante el siglo XX: General Lázaro Cárdenas del Río. Probablemente, el presidente inmortal del siglo XXI, ya haya nacido, pero tendremos que esperar, el transcurrir de la democracia mexicana, para saber de él, en un futuro más mediato, que inmediato.
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Fuente: El Porvenir.
Benito Juárez y Lázaro Cárdenas, dos personajes de la historia de México, que simbolizan dos acontecimientos, dos épocas muy complicadas para los mexicanos, dos momentos de lucha social, política y militar de los sectores progresistas de nuestro país. Con la personalidad del licenciado Benito Juárez García, conmemoramos las acciones políticas más audaces que la generación brillante de mexicanos liberales, llevaron a cabo en su empeño, exitoso, de consumar la creación del Estado Mexicano Laico, poner a la Iglesia Católica en su lugar, y generar la fuerza de la sociedad civil, que se adhiriera a la nueva estructura política y social de la república mexicana Federal y Democrática.
La Revolución Jurídica, Política y Social triunfante, organizada, ejecutada y consolidada por el Partido Liberal y su núcleo pensante – dirigente-, otorgó a los mexicanos la posibilidad de ejercer su soberanía y en consecuencia el poder soberano del pueblo. Los momentos críticos que vivieron los mexicanos de entonces, dividió a las familias, a las comunidades y a la sociedad entera, en una lucha entre liberales y conservadores.
De acuerdo con la nueva constitución política publicada en Querétaro en 1857, la promulgación de las Leyes de Reforma y su incorporación a la Constitución vigente, el Estado Laico estableció su política educativa para formar un ciudadano libre de dogmas, prejuicios y con sentido racional. En materia económica se garantizaba la propiedad privada, la actividad comercial y el pago de impuestos al gobierno de la república. El clero había quedado sin propiedades, sin poder sobre la vida civil de los mexicanos.
El Estado Mexicano había consolidado su espíritu nacional y creado sus instituciones civiles, las cuales regularían las relaciones de poder entre los ciudadanos y entre éstos y el gobierno. Es penoso, por no decir indignante, que diputados federales y senadores del PRI, estén promoviendo la reforma al artículo 24 de la Constitución, contraria al ideal liberal del Benemérito de las Américas.
Después de tres décadas de poder porfirista, la Revolución Mexicana viene a consolidar un régimen político que se propone resolver las aspiraciones populares e incorporar a las masas a los órganos de poder político. Para cuando llega a la presidencia de la República, el general Lázaro Cárdenas, las experiencias de lucha y organización de obreros, campesinos y sectores populares, en el Partido Nacional Revolucionario y en las organizaciones sociales, sindicales y populares, otorgaron, día a día, un sustento social, cada vez más fuerte al Estado en su aplicación de una política de masas.
Cuando las compañías petroleras se negaron a resolver el conflicto laboral, intervino el presidente Lázaro Cárdenas y las empresas siguieron en su empeño de negar una respuesta positiva a los trabajadores, todavía y cuando la Suprema Corte de Justicia determinó que la razón les asistía. Fue así como el presidente Cárdenas, decretó la expropiación petrolera un viernes 18 de marzo a las 8 de la noche, cuando se dio la noticia por las estaciones de radio en todo el país. Creó en seguida la empresa paraestatal Petróleos Mexicanos.
La aplicación del artículo 27 de la Constitución, en la parte relativa a la riqueza del subsuelo, como propiedad de la nación, procedió a expropiar todas las compañías extranjeras, sus instalaciones, sus extensiones territoriales y demás bienes, que hacían posible el servicio de explorar, explotar, refinar y distribuir el petróleo.
El Estado mexicano, adquiría así, una fuerza económica, política y social, que lo convertía en rector de la economía nacional, aunado a la expropiación de los ferrocarriles, la creación de Nacional Financiera y de la Comisión Federal de Electricidad, la Reforma Agraria, la legislación laboral y la de los burócratas federales, entre otras acciones del gobierno cardenista.
La expropiación petrolera, que ayer recordaron grupos de ciudadanos, como la guardia en el monumento al Gral. Lázaro Cárdenas organizada por la Gran Logia del Estado, las autoridades y ciudadanos del Distrito Federal y los eventos celebrados en Veracruz, Tamaulipas, Tabasco y el estado de Michoacán, entre otros.
La dimensión histórica de la expropiación petrolera, solo es comparable con las acciones del presidente Benito Juárez, cuando nacionalizó los bienes de la iglesia católica y sentó las bases para la creación del Estado nacional: republicano, laico, federalista y democrático. Hoy padecemos gobiernos contrarios a la Reforma Liberal y al ideario derivado de la Revolución Mexicana.
Podemos afirmar que México ha tenido un presidente inmortal durante el siglo XIX: Licenciado Benito Juárez García; un presidente inmortal durante el siglo XX: General Lázaro Cárdenas del Río. Probablemente, el presidente inmortal del siglo XXI, ya haya nacido, pero tendremos que esperar, el transcurrir de la democracia mexicana, para saber de él, en un futuro más mediato, que inmediato.
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Fuente: El Porvenir.
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