jueves, 18 de enero de 2007

El pelele ninguneado

Felipe Calderón ingresó a La Plaza de los No Alineados con los ojos entrecerrados y la barbilla ligeramente levantada. Ataviado con una guayabera blanca, iba acompañado de su esposa Margarita Zavala a la toma de posesión del nuevo mandatario de Nicaragua, Daniel Ortega. De pronto se puso serio, al descubrir que a él y a su esposa les habían asignado las sillas 17 y 18, lejos de los sitios de honor que ocuparon el venezolano Hugo Chávez y el boliviano Evo Morales, refiere Proceso en su edición 1576.

Daniel Ortega y Felipe Calderón
Foto: alfredo guerrero

Al igual que los demás mandatarios, Calderón tuvo que aguardar durante dos horas la llegada de Chávez para que se iniciara la ceremonia; luego fue presentado en el lugar 15 de los 19 invitados especiales y tuvo que soportar otro desaguisado de las edecanes, quienes se olvidaron de él cuando entregaron la Medalla de la Unidad Latinoamericana; Nicaragua Libre.

El presidente de México –país al que históricamente la clase política latinoamericana consideraba el “hermano mayor” de Centroamérica y El Caribe– tuvo que conformarse ahora con presenciar la investidura de Ortega desde esa posición, flanqueado de los mandatarios de la República Árabe Saharaui, Mohamed Abdelaziz, y de la República Dominicana, Leonel Fernández, justo en el extremo opuesto donde su homólogo nicaragüense pronunció su discurso ante 5 mil personas que lo ovacionaban, según informó el jueves 11 la prensa local.

Calderón asistió a la toma de posesión de Daniel Ortega con la intención de retomar el liderazgo regional que México perdió durante el foxismo. Pero su ilusión se hizo triza.: No logró atraer la atención de los mandatarios presentes ni la prensa, destaca el reportaje que publica Proceso este domingo 14 de enero.

(enlace a nota de proceso)