domingo, 15 de junio de 2008

Don Teófilo, un ejemplo de vida.

Este hombre, muy probablemente el de mayor edad a la fecha en México, participó en la revolución. Fueron muchas las muertes y el sufrimiento que vió. Recuerda con tristeza como su madre fue herida de bala y como mataron a su abuelo al que no pudieron enterrar bien. Además se le extravió un hermano en ese mismo período de la revolución.

LOS MOCHIS
Teófilo Álvarez Pérez, el hombre más longevo de México
Ya cuenta con 115 años de edad, una hemeroteca viviente en esta ciudad
Actualizado 13/06/2008 22:00:00

debate.com.mx | Agustín Pompa

En el interior de una casa de concreto color verde claro, donde como valor material se ve un televisor y un comedor de madera, vive un hombre al que pocos conocen pero que, como riqueza principal, tiene un enorme historial encima.

Cualquiera diría que este hombre es uno de los muchos que abundan en Los Mochis, pero no es así, porque además de que ha tenido una vida ejemplar, es uno de los más longevos de México y, quizá, del mundo.

Se trata de don Teófilo Álvarez Pérez, cuya vida está tejida con triunfos y derrotas, pero también con llantos y alegrías.

Don Teófilo es originario de Mochicahui, Sinaloa. Nació bajo una enramada cubierta con tierra el 23 de enero de 1893, pero fue registrado hasta 1909 en las oficinas del Registro Civil de esa misma comunidad.

En resumen, tiene 115 años de edad y, por lo tanto, es una hemeroteca viviente que, desafortunadamente, ha sido desaprovechada.

Don Teófilo, desde muy niño conoció el sufrimiento, tanto el propio como el ajeno.

A los 7 años empezó a vender pan, galletas y atole por las calles para ayudar a su madre, Candelaria Pérez.

Así, a muy temprana edad habría de asumir una responsabilidad que le corresponde a los adultos: hacerse virtualmente cargo de su humilde hogar y sustituir las labores propias del padre que, desafortunadamente, ya no estaba con ellos.

Durante muchos años deambuló por las calles esperando que la vida le cambiara favorablemente. Quería, por ejemplo, tener recursos suficientes para construirle una buena casa a su madre, a sus hermanos Hilario y Sebastián, pero también a sus abuelos Pedro Bainori y Silveria Pérez.

"También lo que quería era que ellos comieran y se vistieran mejor", dice este hombre delgado, color moreno, pelo blanco, de mentalidad clara y quien no sólo habla el castellano sino los dialectos yaqui y mayo.

Pero la verdad es que los buenos tiempos no le llegaron pronto a don Teófilo, pues en 1910, cuando apenas tenía 17 años, se enroló en la Revolución.

En diciembre de ese año, alguien llegó a su casa y les avisó que, desde Los Mochis, venía la "leva" (militares) para, por órdenes de los terratenientes, matarlos y quitarles la tierra.

Los habitantes de Mochicahui huyeron y entre ellos se fue don Teófilo.

"Mi madre me agarró de una mano y me dijo: vámonos. Y yo hice lo mismo con mi hermano menor, Sebastián. Lo pepené de una mano, luego me lo eché al hombro y empecé a correr", recuerda mientras parece querer llorar.

Su paso por la Revolución. Toda la indiada, como él mismo dice, fueron llevados al estado de Sonora para participar en una Revolución que, por ser niño, no comprendía.

Ahí, en Sonora, vio cómo su madre fue herida de un balazo. También miró muchos cuerpos tirados y agonizando sobre la tierra y al aire libre.

Y se le desgarró el alma cuando su abuelo Pedro murió en la misma zona de guerra.

"A él no lo enterramos. Por la prisa que, según llevábamos, lo único que hicimos fue echarle un montón de piedras y colocarle una cruz de madera, atada con un mecate. Ese mismo destino corrieron muchos otros. Hubo quienes, incluso, se murieron luego de una intensa agonía, pues no se les brindó ayuda cuando la pidieron", dice.

Don Teófilo explica que para fortuna suya, sólo estuvo un año en la Revolución, pues en 1911 les dijeron que en Los Mochis ya había tranquilidad y que el ingenio azucarero, necesitaba trabajadores.

No la pensó dos veces para venirse a Mochis. Sin embargo, su regreso fue muy triste pues la familia ya no era la misma: su madre había sido herida, el abuelo estaba muerto, su abuela se veía muy cansada y, para colmo, uno de sus hermanos, Hilario, se había extraviado en la Revolución.

"De Hilario sólo supe que había ido a parar a Veracruz. De eso me enteré en 1933, cuando me envió una fotografía y me dijo que pronto nos íbamos a reunir. Pero pasó un año, luego 10, 20, 30 años y medio siglo y de él ya sólo me queda el recuerdo. Quisiera verlo", dice.

Como dato aparte, vale la pena señalar que el año en que Hilario le envió la fotografía es muy significativo para don Teófilo porque fue en esa fecha también cuando se murió su madre. Desde entonces cada 10 de mayo va al viejo panteón para visitar una tumba donde deposita un ramo de flores.

Oficios. Don Teófilo laboró acarreando caña, primero en carretas y después en camiones.

Fue amigo muy querido de Benjamín Franklin Jonhston, amo y señor del ingenio azucarero y quien ha sido considerado pieza fundamental en el surgimiento y desarrollo de Los Mochis.

"Yo le decía John, por el respeto y cariño que le tenía. Era un gran hombre", dice.

Pero don Teófilo no sólo trabajó durante décadas en el ingenio. También se convirtió en ejidatario.

Junto con más de un centenar de campesinos, el 21 de septiembre de 1938 fundó uno de los ejidos más importantes de Sinaloa: el Jiquilpan.

Pero, además, la gente que vive por la calle Lázaro Cárdenas y Corregidora, lugar donde tiene su domicilio, lo conocen más por un apodo que por su propio nombre.

"El Sobador", le llaman.

Y el apodo le queda como anillo al dedo porque desde hace 53 años se dedica a sobar las rodillas, piernas, manos, caderas y otras partes del cuerpo.

"Empecé sobando caballos y ahora estoy terminando con personas", se jacta.

Herencia. Don Teófilo tuvo 17 hijos, pero desconoce la cifra real de sus nietos y bisnietos.

Tampoco sabe por qué ha vivido tanto, pero cree que es producto de su estilo de vida.

En sus 115 años no ha tomado alcohol, jamás se ha fumado un cigarro y su única debilidad ha sido el trabajo. Dice que si las actuales generaciones quieren vivir más y tener la mente lúcida, lo primero que deben hacer es cuidar su salud.

"Les aconsejo que no sean tan viciosos porque cualquier vicio se los llevará poco a poquito rumbo al Cerro de la Memoria, donde, todos sabemos, está el panteón. Y que yo sepa, a ese lugar nadie quiere ir", concluye.

Perfil

Nombre:

Teófilo Álvarez Pérez

Lugar y fecha de nacimiento

Mochicahui, Sinaloa, 23 de enero de 1893

Hijos:

17, de los cuales únicamente le sobreviven Israel, José Luis, Samuel y Santos.

Oficio:

Sobador y campesino del ejido Jiquilpan

Antecedentes históricos:

Fue revolucionario y trabajador del ingenio.

Detalles interesantes:

Ha sido cobanaro de Mochicahui (gobernador indígena) y habla dos dialectos: el yaqui y mayo.

Recomendaciones:

Orientar a la juventud para que se aleje del consumo de las drogas y poder forjar una mejor sociedad.


Es por ello que debemos seguir luchando para no retroceder en las conquistas históricas por las que muchos de nuestros antepasados dieron la vida.

Por esto y mucho mas es un honor estar con Obrador y luchar por la nación.