A 20 años del fraude electoral de 1988, la confesión de de la Madrid ha callado las voces de quienes se negaban a reconocer que Carlos Salinas de Gortari fue un presidente espurio y usurpador.
Por Tania Meza Escorza / Desde Abajo
Los medios masivos de comunicación en México son muy abiertos y muy democráticos, porque sin temor a la descalificación, puede hablarse abiertamente del fraude electoral en las elecciones para elegir al presidente de la república… pero del ocurrido en 1988, 20 años atrás.
La cínica confesión que realizó el ex presidente Miguel de la Madrid sobre el robo de la elección del 88, quedó de manifiesto en 2004, con la publicación de su libro “Cambio de rumbo. Testimonio de una Presidencia -1982-1988”, editado por el Fondo de Cultura Económica.
En marzo de 2004, el diario estadounidense “The New York Times” calificó dicho libro como una “autorizada confirmación de uno de los más flagrantes fraudes electorales de los tiempos modernos -el robo de la elección presidencial de México en 1988…’
Más que una “autorizada confirmación”, de la Madrid confesó su traición a la patria al reconocer que la tarde del 6 de julio de 1988, ordenó dejar de informar sobre cómo iban fluyendo los resultados electorales, porque estaban siendo favorables al candidato opositor Cuauhtémoc Cárdenas.
Como en su momento apuntó el propio Cárdenas, el gobierno de Miguel de la Madrid había puesto en marcha una política de destrucción consciente y sistemática de todo lo que tuviera que ver con los logros positivos de la Revolución Mexicana. El entreguismo, el alto endeudamiento con el exterior, el disparo de la inflación y la seria caída de los niveles de vida provocaron una profunda irritación en la población, que aumentó al ocurrir el sismo de 1985 el cual, además de la gran destrucción que ocasionó, dejó ver ante el país a un presidente pusilánime e incapaz de reaccionar ante la desgracia.
Como sigue sucediendo hasta nuestros días, el presidente dio una respuesta contundente a la devastación, pero sólo en los principales medios masivos de comunicación. En la realidad, la gente se indignó por la pasividad y no sólo reconstruyó la capital por sí misma, sino que sentó las bases para un movimiento urbano popular que fue tomando forma hasta derrotar al PRI en las elecciones presidenciales que ocurrieron tres años después.
El 6 de julio de 1988, día del fraude electoral, nuestro estado tuvo una participación importante, ya que entre los múltiples delitos de los cuales estuvo plagada la jornada electoral, sobresalió el caso de Tula.
Cuando la autoridad empezó a dar a conocer los datos supuestamente oficiales del distrito con cabecera en Tula, Hidalgo, uno de los representantes opositores exhibió el acta del escrutinio correspondiente a la elección en ese distrito, firmada por los representantes de todos los partidos, incluyendo al PRI, y resultaba que eran radicalmente distintos a los reportados por la comisión electoral. En ese momento se cayó y se calló el sistema.
A 20 años del fraude electoral de 1988, la confesión de de la Madrid ha callado las voces de quienes se negaban a reconocer que Carlos Salinas de Gortari fue un presidente espurio y usurpador.
A 20 años del fraude electoral de 1988, los perredistas que en aquel tiempo lo dieron todo por Cuauhtémoc Cárdenas se avergüenzan de que su entonces líder haya avalado el fraude electoral de 2006, mientas que los panistas, que hace dos décadas tuvieron en Manuel Clouthier a un digno e intachable dirigente que luchó contra la imposición priísta, están hoy en manos de una mafia que se robó lo presidencia hace dos años.
A casi un siglo de la lucha de Francisco I. Madero por el respeto al sufragio, el pueblo de México debe seguir peleando por lo mismo, porque casi cien años después, como ciudadanía no merecemos el respeto de quienes ostentan el poder.
A 20 años del fraude electoral del 6 de julio de 1988, los medios dan aunque sea un pequeño espacio para reconocer la usurpación, en voz de sus orquestadores Miguel de la Madrid y Manuel Bartlett. De seguir así, seguramente en el año 2026 escucharemos a Vicente Fox y a Luis Carlos Ugalde reconocer abiertamente su gran traición a la patria al encabezar el fraude electoral en las elecciones presidenciales de 2006. (Enlace a nota)