El pasado jueves se entrevistó a Esteban Garaiz en el programa Cosa Pública de los periodistas Rubén Martín y Agustín del Castillo. Esteban Garaiz hasta el 30 de abril fue el vocal ejecutivo del IFE en Jalisco, y se presume que su remoción tiene mucho que ver con la posición crítica que tomó respecto al pasado proceso electoral federal. En dicha entrevista, sostiene su punto de vista crítico a las acciones del CCE y la guerra sucia, además que informa cómo hizo del conocimiento del Consejo General del IFE sus denuncias.La transmisión está disponible en el sitio de Notisistema:
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Cosa Pública ( Jueves 03 de Mayo de 2007 )
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Además, está su pasada columna, a propósito de la clara intervención de la Arquidiócesis de Guadalajara en contra de la izquierda:
Imprudencia arzobispal
El tema es demasiado serio para que lo dejemos ir. Independientemente de la sanción que establezcan las autoridades jurisdiccionales competentes, el editorial del 15 de abril del Semanario, órgano oficioso de la Arquidiócesis de Guadalajara, titulado “La izquierda no sabe sonreír”, además de infringir las leyes mexicanas, falta rotundamente a la verdad, lo que, según entiendo, es un pecado contra el octavo mandamiento de la tabla de Moisés.
Dice el citado editorial que “bien podríamos identificar a la izquierda como a aquellos que afirman pertenecer a este bando”. Hasta aquí vamos bien. En efecto, hay al menos tres partidos políticos mexicanos, que habiendo cumplido con los requisitos legales para obtener su registro ante el IFE, incluido el de apegarse en todo momento a las leyes, actuar por métodos pacíficos y renunciar a la violencia, se asumen de manera consistente como partidos de izquierda. El editorial dice que “obstinadamente”; ya va ahí el primer sesgo peligroso, porque según el diccionario obstinarse significa porfiar con necedad o “negarse el pecador a las persuasiones cristianas”. O sea un juicio de valor contrario a los tres partidos que se presentan a la ciudadanía como de izquierda, Alternativa Socialdemócrata, Partido de la Revolución Democrática y Partido del Trabajo.
Más grave todavía es la afirmación de que “incapaces de establecer un sano diálogo opositor, de establecer discusión o negociación, recurren a la violencia”. Quien eso escribe a nombre del arzobispado debería leer con atención los periódicos antes de hacer imputaciones calumniosas como ésta. Sabría así que recientemente los senadores y diputados de los ocho partidos políticos con registro aprobaron por unanimidad, producto del diálogo y el consenso, la Ley para la Reforma del Estado. Todos, sin excepción: izquierda, derecha y centro; todos confluyendo en uno, como es el espíritu de la democracia partidaria.
Pero debo detenerme en la última frase: “Recurren a la violencia”. Si el autor del editorial no hablara con tanta ligereza, sabría que en los últimos 20 años prácticamente todos los cuadros partidarios asesinados alevosamente, eran militantes de la izquierda. Ahora resulta que los violentos son los que ponen los muertitos.
Para irnos en corto: en el pasado proceso electoral federal hubo cinco fuerzas políticas contendientes, tres partidos: Acción Nacional, Alternativa y Nueva Alianza y dos coaliciones, la Alianza por México (PRI y PVEM) y la Coalición por el Bien de Todos (PRD, PT y Convergencia). Cada una de las cinco tuvo previamente que registrar y después difundir su plataforma electoral, donde se establecían sus propuestas ante los electores. El PRI, por ejemplo, se comprometió a no aprobar el IVA a los alimentos y medicinas. Malamente, pues se puede pedir ahora que dé la espalda a sus electores.
Por lo que toca a la Coalición por el Bien de Todos, su candidato incluso publicó un libro ampliamente difundido, titulado Un Proyecto Alternativo de Nación, cuyo tema central era “Por el bien de todos, primero los pobres”, tema que curiosamente se parece mucho a la evangélica Opción Preferencial por los Pobres del Concilio Vaticano Segundo. Entonces resultan francamente calumniosas las expresiones de que “se les olvidó ser proposititos” y de que “no les importa el desarrollo de la sociedad” y “en nada son positivos”.
También resulta muy delicado que el autor revuelva “el escándalo de la protesta, la riña, la agresividad, las marchas y manifestaciones”. Para escribir un editorial así hay que estudiar un poco más. Debería saber nuestro autor que las marchas, las protestas y las manifestaciones son un legítimo derecho consagrado en la Constitución, y que además es utilizado por todos los partidos.
Lo que sí es violatorio de la ley (artículo 404° del Código Penal) es que los ministros de culto “induzcan expresamente al electorado a votar a favor o en contra de un candidato o partido político”. Lo único sano para el avance de nuestro país es dejar que derechas, centros e izquierda encuentren juntos lo mucho que nos une, y no meter cizaña.
http://egaraiz.blogspot.com
Semblanza de Esteban Garaiz
1-Mayo-07
A las seis y un minuto de la tarde de ayer, Esteban Garaiz preguntaba a los reporteros: “¿Pero a quién van a entrevistar, si ya no soy el vocal del IFE? Llegaron tarde”. Risas, abrazos, felicitaciones, buenos deseos. Garaiz concedía las últimas entrevistas al frente de la Junta Local del Instituto Federal Electoral, después de casi catorce años de pertenecer al organismo. Era una fiesta, bastante formal: “Le anoté mis teléfonos”, “Lo vamos a extrañar”, “Mucha suerte”. ¿Aquí todos lo quieren, don Esteban? “La lealtad es de doble sentido”, responde este hombre de 72 años.
La salida de Esteban Garaiz estaba anunciada. Se dio a conocer el viernes; se formalizó ayer. La despedida se produjo en un momento que parecía tranquilo: los ventarrones que levantaron sus expresiones sobre el proceso electoral del 2 de julio se habían calmado: 8 de julio: “Debo decir que [el PREP] a mí me indujo a engaño”; 4 de agosto: “Yo no sospecho nada, yo no descarto nada, ni siquiera el fraude, hasta que lo descarte el Tribunal”; 31 de agosto: “Todos sabemos que no fue una campaña limpia ni equitativa”. Sus últimas declaraciones sobre el tema fueron en marzo, cuando repudió que los “delincuentes electorales” anduvieran libres.
La lectura generalizada es: le pasaron factura política. Él no lo ve así: “¿Quién soy yo para juzgar? En ningún momento me han dicho: ‘Oye, esto es una factura de aquello’. No, no, no, no. No hay truculencia, no hay nada chueco, no hay factura. Si [las autoridades del IFE] lo pensaron o no, ¿quién soy yo para andar adivinando su pensamiento? Ahora, los periodistas sí pueden adivinar el pensamiento de todos”. Se ríe.
Garaiz se siente libre. En lo que hasta ayer fue su oficina, amplia y con un retrato de Juárez en la sala de estar, lo acompañaban catorce cajas de cartón: “Ah, mira, como que alguien sabía que me voy”. Entre sus planes está escribir un libro sobre “la malformación congénita de México”, el proceso de construcción de la nación mestiza; dedicarse a la academia y a sus artículos periodísticos, e incursionar como editorialista en la radio. Los mismos planes que expresó en 2005, cuando contempló por primera vez su salida del IFE.
“Soy un hombre de una sola pista: mientras estoy aquí en la oficina, sólo puedo atender asuntos vinculados con el IFE. Pero resulta que ahora por primera vez en mi vida, me ha dado por tener insomnios a las cuatro de la mañana. Y a esa hora me despierto con ideas locas”. Y entre las cuatro y las cinco de la mañana, toma pluma y papel y confecciona sus escritos.
Este fin de semana, políticos y académicos reaccionaron por su salida de la Junta Local del IFE: los elogios más comunes fueron disciplina, rectitud, congruencia, dignidad. “No estoy para alabarme, yo sé que tengo cuatro mil defectos, pero si hay que agregar uno es honradez”.
¿Qué aprendió de estos catorce? “Que por encima de todo está la dignidad, que uno puede ser libre si quiere y que el desarrollo democrático de este país no lo hacen ni las instituciones ni los partidos, lo hacen los ciudadanos. He aprendido que los ciudadanos tienen que seguir empujando, porque hay intereses fuertísimos que no quieren el avance democrático del país, quieren sólo la formalidad democrática”. Curiosamente, Garaiz está emocionado con la lectura de un libro sobre el club Bilderberg, un selecto grupo internacional dedicado, supuestamente, a decidir el rumbo de la política y la economía mundial.
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Cosa Pública ( Jueves 03 de Mayo de 2007 )
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Además, está su pasada columna, a propósito de la clara intervención de la Arquidiócesis de Guadalajara en contra de la izquierda:
Imprudencia arzobispal
El tema es demasiado serio para que lo dejemos ir. Independientemente de la sanción que establezcan las autoridades jurisdiccionales competentes, el editorial del 15 de abril del Semanario, órgano oficioso de la Arquidiócesis de Guadalajara, titulado “La izquierda no sabe sonreír”, además de infringir las leyes mexicanas, falta rotundamente a la verdad, lo que, según entiendo, es un pecado contra el octavo mandamiento de la tabla de Moisés.
Dice el citado editorial que “bien podríamos identificar a la izquierda como a aquellos que afirman pertenecer a este bando”. Hasta aquí vamos bien. En efecto, hay al menos tres partidos políticos mexicanos, que habiendo cumplido con los requisitos legales para obtener su registro ante el IFE, incluido el de apegarse en todo momento a las leyes, actuar por métodos pacíficos y renunciar a la violencia, se asumen de manera consistente como partidos de izquierda. El editorial dice que “obstinadamente”; ya va ahí el primer sesgo peligroso, porque según el diccionario obstinarse significa porfiar con necedad o “negarse el pecador a las persuasiones cristianas”. O sea un juicio de valor contrario a los tres partidos que se presentan a la ciudadanía como de izquierda, Alternativa Socialdemócrata, Partido de la Revolución Democrática y Partido del Trabajo.
Más grave todavía es la afirmación de que “incapaces de establecer un sano diálogo opositor, de establecer discusión o negociación, recurren a la violencia”. Quien eso escribe a nombre del arzobispado debería leer con atención los periódicos antes de hacer imputaciones calumniosas como ésta. Sabría así que recientemente los senadores y diputados de los ocho partidos políticos con registro aprobaron por unanimidad, producto del diálogo y el consenso, la Ley para la Reforma del Estado. Todos, sin excepción: izquierda, derecha y centro; todos confluyendo en uno, como es el espíritu de la democracia partidaria.
Pero debo detenerme en la última frase: “Recurren a la violencia”. Si el autor del editorial no hablara con tanta ligereza, sabría que en los últimos 20 años prácticamente todos los cuadros partidarios asesinados alevosamente, eran militantes de la izquierda. Ahora resulta que los violentos son los que ponen los muertitos.
Para irnos en corto: en el pasado proceso electoral federal hubo cinco fuerzas políticas contendientes, tres partidos: Acción Nacional, Alternativa y Nueva Alianza y dos coaliciones, la Alianza por México (PRI y PVEM) y la Coalición por el Bien de Todos (PRD, PT y Convergencia). Cada una de las cinco tuvo previamente que registrar y después difundir su plataforma electoral, donde se establecían sus propuestas ante los electores. El PRI, por ejemplo, se comprometió a no aprobar el IVA a los alimentos y medicinas. Malamente, pues se puede pedir ahora que dé la espalda a sus electores.
Por lo que toca a la Coalición por el Bien de Todos, su candidato incluso publicó un libro ampliamente difundido, titulado Un Proyecto Alternativo de Nación, cuyo tema central era “Por el bien de todos, primero los pobres”, tema que curiosamente se parece mucho a la evangélica Opción Preferencial por los Pobres del Concilio Vaticano Segundo. Entonces resultan francamente calumniosas las expresiones de que “se les olvidó ser proposititos” y de que “no les importa el desarrollo de la sociedad” y “en nada son positivos”.
También resulta muy delicado que el autor revuelva “el escándalo de la protesta, la riña, la agresividad, las marchas y manifestaciones”. Para escribir un editorial así hay que estudiar un poco más. Debería saber nuestro autor que las marchas, las protestas y las manifestaciones son un legítimo derecho consagrado en la Constitución, y que además es utilizado por todos los partidos.
Lo que sí es violatorio de la ley (artículo 404° del Código Penal) es que los ministros de culto “induzcan expresamente al electorado a votar a favor o en contra de un candidato o partido político”. Lo único sano para el avance de nuestro país es dejar que derechas, centros e izquierda encuentren juntos lo mucho que nos une, y no meter cizaña.
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Semblanza de Esteban Garaiz
- Esteban Mario Garaiz Izarra - Ex presidente de la Junta Local del IFE
- Su salida del organismo electoral, en el que laboró casi catorce años, parece el cobro de una factura política. Él no lo ve así: “¿Quién soy yo para juzgar? No, no, no, no. No hay truculencia, no hay nada chueco, no hay factura”.
1-Mayo-07
A las seis y un minuto de la tarde de ayer, Esteban Garaiz preguntaba a los reporteros: “¿Pero a quién van a entrevistar, si ya no soy el vocal del IFE? Llegaron tarde”. Risas, abrazos, felicitaciones, buenos deseos. Garaiz concedía las últimas entrevistas al frente de la Junta Local del Instituto Federal Electoral, después de casi catorce años de pertenecer al organismo. Era una fiesta, bastante formal: “Le anoté mis teléfonos”, “Lo vamos a extrañar”, “Mucha suerte”. ¿Aquí todos lo quieren, don Esteban? “La lealtad es de doble sentido”, responde este hombre de 72 años.
La salida de Esteban Garaiz estaba anunciada. Se dio a conocer el viernes; se formalizó ayer. La despedida se produjo en un momento que parecía tranquilo: los ventarrones que levantaron sus expresiones sobre el proceso electoral del 2 de julio se habían calmado: 8 de julio: “Debo decir que [el PREP] a mí me indujo a engaño”; 4 de agosto: “Yo no sospecho nada, yo no descarto nada, ni siquiera el fraude, hasta que lo descarte el Tribunal”; 31 de agosto: “Todos sabemos que no fue una campaña limpia ni equitativa”. Sus últimas declaraciones sobre el tema fueron en marzo, cuando repudió que los “delincuentes electorales” anduvieran libres.
La lectura generalizada es: le pasaron factura política. Él no lo ve así: “¿Quién soy yo para juzgar? En ningún momento me han dicho: ‘Oye, esto es una factura de aquello’. No, no, no, no. No hay truculencia, no hay nada chueco, no hay factura. Si [las autoridades del IFE] lo pensaron o no, ¿quién soy yo para andar adivinando su pensamiento? Ahora, los periodistas sí pueden adivinar el pensamiento de todos”. Se ríe.
Garaiz se siente libre. En lo que hasta ayer fue su oficina, amplia y con un retrato de Juárez en la sala de estar, lo acompañaban catorce cajas de cartón: “Ah, mira, como que alguien sabía que me voy”. Entre sus planes está escribir un libro sobre “la malformación congénita de México”, el proceso de construcción de la nación mestiza; dedicarse a la academia y a sus artículos periodísticos, e incursionar como editorialista en la radio. Los mismos planes que expresó en 2005, cuando contempló por primera vez su salida del IFE.
“Soy un hombre de una sola pista: mientras estoy aquí en la oficina, sólo puedo atender asuntos vinculados con el IFE. Pero resulta que ahora por primera vez en mi vida, me ha dado por tener insomnios a las cuatro de la mañana. Y a esa hora me despierto con ideas locas”. Y entre las cuatro y las cinco de la mañana, toma pluma y papel y confecciona sus escritos.
Este fin de semana, políticos y académicos reaccionaron por su salida de la Junta Local del IFE: los elogios más comunes fueron disciplina, rectitud, congruencia, dignidad. “No estoy para alabarme, yo sé que tengo cuatro mil defectos, pero si hay que agregar uno es honradez”.
¿Qué aprendió de estos catorce? “Que por encima de todo está la dignidad, que uno puede ser libre si quiere y que el desarrollo democrático de este país no lo hacen ni las instituciones ni los partidos, lo hacen los ciudadanos. He aprendido que los ciudadanos tienen que seguir empujando, porque hay intereses fuertísimos que no quieren el avance democrático del país, quieren sólo la formalidad democrática”. Curiosamente, Garaiz está emocionado con la lectura de un libro sobre el club Bilderberg, un selecto grupo internacional dedicado, supuestamente, a decidir el rumbo de la política y la economía mundial.