Por Álvaro Delgado
(Enlace a nota)Manuel Espino es formalmente el primer damnificado por la derrota del Partido Acción Nacional (PAN) en Yucatán, pero en realidad el principal responsable del derrumbe es —en los hechos— Felipe Calderón.
Es preciso recordarlo: el PAN de Yucatán está controlado por la facción de Calderón y, en razón de ello, aquí fincó su triunfo en la contienda interna por la candidatura presidencial en el 2005, mediante maniobras fraudulentas acreditadas por sus adversarios Santiago Creel y Alberto Cárdenas Jiménez.
La facción del PAN adicta a Calderón lo impuso en la contienda presidencial del 2006, gracias al aparato gubernamental que encabeza su aliado Patricio Patrón Laviada, que apenas en diciembre aplastó, a través de un fraude, a Ana Rosa Payán, quien comenzó —en 1991— la racha de gobiernos sucesivos de ese partido en el estado.
Y otros datos que no deben olvidarse: el candidato a gobernador que resultó derrotado, Xavier Abreu Sierra, fue coordinador de campaña de Carlos Castillo Peraza en la aventura por ser jefe de Gobierno del Distrito Federal (GDF), en 1997, y lo fue en la presidencial de Calderón.
Fue Calderón quien instruyó a su gurú en “guerra sucia”, Antonio Solá Reche, a diseñar la campaña de Abreu Sierra, y por ello trasladó a Yucatán a las empresas encuestadoras Arcop y GEA-ISA, de las que son propietarios-directivos Rafael Giménez y Guillermo Valdés, sus asesores y empleados del gobierno.
Y más todavía: el coordinador de la fracasada campaña de Abreu Sierra, Juan Carlos Rosel, es hijo de Benito Rosel Isaac, uno de los principales allegados a Calderón, así como el propio gobernador Patrón Laviada.
De Yucatán y del grupo político que controla el PAN en el estado es, además, la secretaria de Desarrollo Social (Sedesol), Beatriz Zavala Peniche, quien hizo repetidas visitas de trabajo durante el proceso electoral y, todavía la mañana del día de la jornada, proclamó —con malicia— mediante un comunicado que Calderón no intervino en la elección.
Calderón se placeó por el estado dos ocasiones durante el proceso electoral: una, en febrero, para entregar apoyos cuando la visita de los presidentes centroamericanos y la otra, en marzo, por la visita de George Bush a México, cuyos temas de conversación —por cierto— son desconocidos para los mexicanos.
Y aun la víspera de la elección, el sábado 19, Antonio Patrón Laviada, hermano del gobernador, fue sorprendido con un maletín presuntamente con dinero para comprar votos y él fue, también, promotor de Calderón.
De manera que Calderón estuvo, sin duda, presente en el proceso electoral de Yucatán en el que el PAN, cuya facción lo controla, resultó con una estrepitosa derrota, imputable también por supuesto a Espino, en tanto presidente nacional de ese partido.
Pero si de suyo Calderón fue derrotado por ser Abreu y su equipo parte de su facción, la derrota es doble: el PAN entregó la plaza al entramado priísta que heredó el cacique Víctor Cervera Pacheco a su sobrina Ivonne Ortega, apoyada a su vez por un escuadrón de foráneos expertos en operación electoral, que neutralizó las maniobras de los panistas, que ya han bajado la cabeza.
El PAN en Yucatán, no hay que olvidarlo, se significó durante décadas por oponerse a la adulteración de la voluntad popular, y aun uno de sus presidentes nacionales, Adolfo Christlieb Ibarrola, murió como consecuencia del fraude cometido contra el candidato de ese partido, Víctor Correa Rachó, en 1969, justamente el primer alcalde panista del estado.
En el torneo de trampas que fue el reciente proceso electoral, una suerte de cotejo entre mapaches y tejones, perdió la facción de Calderón ante rivales de la talla de José Murat, Jesús Murillo Karam, César Augusto Santiago, Fernando Moreno Peña, Antonio González Curi, Enrique Peña Nieto, Natividad González Parás...
Cierto, ya corre la versión de que Calderón, el estadista, es el auténtico ganador del proceso electoral sucesorio en Yucatán, porque acreditó en los hechos su nula intervención y ganó el apoyo de la fuerza legislativa del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para aprobar las reformas “que el país necesita”.
Esta afirmación, sin embargo, es falsa: las reformas contrarias al beneficio colectivo, como la más reciente a la ley del ISSSTE, y las que criminalizan el legítimo derecho a la oposición, van a proceder aun al margen de los resultados electorales, porque es la instrucción de quienes patrocinan a ambos partidos y pretenden afianzar su viejo anhelo del insípido bipartidismo.
Apuntes
La derrota de Calderón y del PAN en Yucatán también tendrá repercusiones en el máximo órgano de ese partido, la Asamblea Nacional, del que surgirá el nuevo Consejo Nacional, que decidirá si reelige a Espino como presidente —o alguno de sus lugartenientes— o a Germán Martínez, la opción “A” de Calderón… Por lo pronto, Calderón mandó reventar la última sesión del Consejo Nacional en funciones, el sábado previo a las elecciones de Yucatán, y se perfila un enfrentamiento ríspido el sábado 2 y el domingo 3 en León, Guanajuato, donde —por cierto— el gobernador, Juan Manuel Oliva, hizo una peregrinación por las calles de la capital, al lado de jerarcas de la Iglesia y lanzando dulces al suelo para ser recogidos por los niños... Y justamente en León, la facción de Calderón padeció otra derrota: su candidato a presidir el PAN municipal, Guerrero Orta, sucumbió ante Ernesto Dávila Juárez, de la facción de Espino. Y una más: en Puebla, Ana Teresa Aranda, quien juega con Calderón, ya quedó fuera del registro para ser candidata panista a la alcaldía de la capital. A ese cargo se encamina Antonio Sánchez Díaz de Rivera, otro juramentado del Yunque, también allegado al presidente nacional del PAN... Más las derrotas que se acumulen...
Comentarios: delgado@proceso.com.mx