domingo, 12 de agosto de 2007

EL UNIVERSAL DESCUBRE EL HILO NEGRO

Le tomó UN AÑO a El Universal admitir esto que ya todo el mundo sabía pero que siempre negaron en los medios--o de plano nunca mencionaron: Elba Esther Gordillo y sus mapaches del SNTE fueron factor decisivo en las elecciones de 2006:

Elba Esther: El factor electoral

El 2 de julio de 2006, el ejército de maestros de Gordillo Morales fue determinante en el resultado electoral por la Presidencia de la República, pues le garantizaron a Felipe Calderón el medio millón de votos que necesitaba para alcanzar una mínima diferencia en su favor

ALBERTO AGUIRRE
El Universal
Domingo 12 de agosto de 2007

Empezaba a lloviznar, la tarde del 1 de julio de 2006, y la incertidumbre ensombrecía la última reunión del equipo que había acompañado al panista Felipe Calderón Hinojosa durante los seis meses de la campaña presidencial.

El escenario era de pronóstico reservado, pero el abanderado del PAN tenía prisa y quería llegar a su casa para ver el silbatazo de arranque del partido en el que Brasil y Francia se disputaban el pase a las semifinales del Mundial de Futbol en Alemania.

Quizá por eso, el reporte de Rafael Giménez, uno de sus principales estrategas, congeló los ánimos en el salón de juntas: una participación de 70% del padrón electoral sostenía una ventaja del candidato del PAN de apenas 2 puntos sobre el abanderado de la coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel Obrador.

Mientras su jefe se relajaba en el conjunto residencial de San Jerónimo donde tenía su casa, la plana mayor de la campaña azul, encabezada por Juan Camilo Mouriño, se concentró en La Guadiana 19, un restaurante de cocina mexicana, plantado a un costado de la Ex Hacienda de Chimalistac.

Franceses y brasileros empataban sin goles al medio tiempo, cuando Giménez se incorporó a la mesa en la que, además de Mouriño, actual jefe de la Oficina de la Presidencia, estaban siete de los colaboradores más cercanos a Calderón, entre ellos Javier Lozano, actual secretario del Trabajo, y Arturo Sarukhán, embajador ante el gobierno de Estados Unidos.

Giménez traía bajo el brazo la actualización de su tracking: López Obrador aventajaba a Calderón por 1.4 puntos, pero sólo mostró el reporte a Mouriño y trató de serenarlo, explicándole que entre los probables votantes el panista aparecía arriba del perredista.

Sin embargo, esa sensación de alivio se evaporó cuando Giménez escuchó el reporte de Ulises Beltrán, uno de los encuestadores más confiables por haber estado a cargo de los sondeos de opinión pública durante las administraciones de los ex presidentes Carlos Salinas y Ernesto Zedillo.

“Quisiera no haber visto lo que he visto”, le dijo a Giménez, “Calderón salió 3 puntos abajo”.

Con la duda en ciernes, se retiró el equipo calderonista del restaurante.

“La elección está en el aire”, era el sentimiento dominante, a 12 horas de la apertura de las casillas.

No hubieran podido dormir si hubieran conocido el reporte del “simulacro” de la encuesta de salida, que registró una desventaja de 1.4 puntos.

Mouriño enfiló hacia Polanco, junto con Jordi Herrera, ex secretario particular de Calderón, entonces en funciones de jefe de la “operación de tierra” del PAN.

Unos minutos antes de las 21:00 horas recibió una llamada de su candidato.

“¿Dónde estás? Acabo de colgar con La Maestra y necesito que te coordines con su gente ahora mismo”, ordenó.

Ni un cuarto de hora pasó, cuando el presidente nacional del Partido Nueva Alianza, Miguel Ángel Jiménez, y el entonces director de Educación Básica del gobierno federal, Fernando González, se apersonaron en su penthouse.

La presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, explicaron, ofreció medio millón de votos al candidato panista.

Ese donativo estaba respaldado por un “ejército electoral” de 30 mil maestros. Y en el escenario de alta polarización generado durante las campañas presidenciales, cualquier factor podía inclinar la balanza electoral.

Acompañados por un par de botellas de buen escocés, llamaron a cada uno de los 58 secretarios seccionales del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) para indicarles cómo debería ser el voto de los maestros afiliados: Calderón por la Presidencia y los candidatos del Panal para el resto de las posiciones en disputa. Terminaron con la tarea a las tres de la mañana.

Esa llamada telefónica entre la lideresa del sindicato nacional de maestros y el candidato derechista selló el pacto que sus colaboradores comenzaron a tejer tres meses antes de las votaciones del domingo 2 de julio de 2006.

Los maestros le dieron los votos suficientes a Calderón para imponerse a López Obrador por una mínima diferencia (238 mil votos) y de paso obtuvieron el registro definitivo de un partido político nacional.

***

Después de las elecciones, como hace siempre que enfrenta un entorno adverso, Elba Esther prácticamente desapareció de la escena pública. Mientras la clase política se debatía entre la exigencia de un recuento, promovida por el candidato perdedor y el débil cierre del Presidente saliente, Vicente Fox, ella se refugió en San Diego, California, donde tiene una residencia en el lujoso fraccionamiento de Coronado Cays.

En febrero de este año reapareció en la casa presidencial, donde el presidente Calderón le festejó su cumpleaños número 62. Ese día usó un vestido de lino grueso, rojo, unos zapatos con tacones altos y una peluca pelirroja.

También reanudó sus habituales reuniones con periodistas. A una de éstas, efectuada una semana después de su encuentro con Calderón, se presentó con maquillaje discreto, vestimenta sobria y sólo una condición: respetar el off the record; a las preguntas indiscretas, no impuso limitaciones y respondió sin reservas, con ganas.

Ahí se mostró convencida de haber salvado a los mexicanos del “delirio populista” de López Obrador y de “las mentiras” del candidato presidencial del PRI, Roberto Madrazo.

Cuando se le hizo ver que, al menos en teoría, debió haber trabajado para sumar el mayor número de votos posibles a Roberto Campa Cifrián, nominado por el Panal a la Presidencia, no ocultó su enorme pragmatismo.

“El magisterio tiene un poder social y, en esa medida, es garante de la gobernabilidad del país”, dijo. “El país se había polarizado, lo que estaba en juego era el futuro del país y desde el año 2000 la alianza del SNTE va más allá de partidismos; es con el Estado mexicano. La decisión de apoyar a Calderón fue la correcta”.

***

Derrotada por su propio partido en diciembre de 2003, Gordillo renunció a su cargo legislativo y se impuso un autoexilio de dos años, que transcurrieron entre San Diego y Buenos Aires. Aunque desapareció de escena, no dejó de hacer política. Sentó las bases para la creación de su partido, el Panal, integrado por sindicalistas del magisterio y disidentes del PRI. Quiso evitar el nombramiento de Roberto Madrazo como candidato del PRI a la Presidencia para las elecciones de 2006, pero falló. Intentó inclinar también la selección del candidato del PAN hacia Santiago Creel, el favorito de Fox y su esposa, pero se impuso Felipe Calderón.

Buscó entonces al candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, que encabezaba las preferencias electorales. El líder izquierdista ya había rechazado aliarse con La Maestra en 2000, cuando ésta le ofreció apoyo para la elección de jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Aun así, la dirigente sindical entró en contacto con su viejo amigo Manuel Camacho. La Maestra le pidió una audiencia privada de cinco minutos con López Obrador.

“Andrés Manuel siempre se mostró reacio a esa negociación”, dice Ricardo Monreal, ex gobernador de Zacatecas y otro de los cercanos al aspirante presidencial. “Pero hizo una consulta para ver qué opinábamos y todos rechazamos la idea. Él tenía la convicción que hubieran sido los cinco minutos más caros de su carrera política”. Gordillo comenzó entonces a buscar acercamientos con Calderón, el candidato que aparecía segundo en la carrera por la Presidencia.

Además del medio millón de votos, el día de la votaciones La Maestra desplegó un regimiento de maestros que se presentó a las mesas de votación y representó al PAN en los estados donde tenía incompleta.

Cuando estaban por cerrar las mesas de votación, Gordillo contactó a cuatro gobernadores del PRI para que las huestes de éstos promovieran el voto en favor de Calderón.

Pocos días después de los comicios, mientras López Obrador convocaba a multitudinarias manifestaciones para protestar por el presunto fraude electoral en su contra, divulgó una grabación de una llamada telefónica entre Gordillo y uno de estos gobernadores en la que lo urgía a reconocer al candidato del PAN como presidente electo.


Pero luego dicen que no hubo fraude. ¡Por favor!