miércoles, 21 de marzo de 2007

Los gobiernos panistas totalmente antirrevolucionarios.

Eliminar la celebración y mochar el escudo nacional, lo más absurdo de Fox, dicen

Indigna a hijos de los Dorados de Villa la suspensión del desfile del 20 de noviembre

Se dan cita en Cuchillo Parado para reivindicar el movimiento revolucionario de 1910

MIROSLAVA BREACH VELDUCEA CORRESPONSAL

Cuchillo Parado, Coyame, Chih., 15 de noviembre. Indignados por la decisión del gobierno federal de suspender el desfile del 20 de noviembre y decididos a reivindicar el movimiento revolucionario de 1910, un centenar de hijos de los Dorados de Villa se dieron cita en este poblado con ocasión del 96 aniversario del levantamiento armado encabezado por Toribio Ortega, seis días antes de la fecha convocada en el Plan de San Luis.

El pueblo fantasma de Cuchillo Parado cobró vida de nuevo. Las 30 familias que habitan el desolado lugar vieron llegar autobuses repletos de funcionarios, diputados, periodistas y estudiantes que acudieron a la conmemoración del 96 aniversario del primer levantamiento que precedió al movimiento armado, convocado en el Plan de San Luis para el 20 de noviembre de 1910.

"De lo más absurdo que ha hecho este gobierno (de Vicente Fox) es haber suspendido el desfile y mochar el escudo nacional", dijo Arturo Hernández, hijo de uno de los revolucionarios que acompañaron a Pascual Orozco, quien decidió viajar a Cuchillo Parado desde su natal Durango para sumarse a los festejos en señal de protesta por la intención de acabar con la celebración.

Ataviada con sombrero y carabina, doña Leonila Molina, hija de otro dorado, levantó la voz y expresó su disgusto por "el abandono de los principios" que dejaron los héroes revolucionarios. "No estoy de acuerdo, por eso vine. Apenas puedo caminar, pero no es justo que se borre de un plumazo la lucha y la sangre derramada", dijo.

Don Jesús Rentería afirma: "los compromisos malos de Fox son los que lo llevaron a cancelar el desfile. Si él anduviera bien, qué importa que haya desfile, a quién le hace daño", cuestiona molesto.

Los políticos llegan a tomarse la foto

Hace 96 años, en este páramo de la llanura chihuahuense, un grupo de campesinos armados, encabezado por Toribio Ortega, se rebeló contra el gobierno de Porfirio Díaz y se lanzó contra los terratenientes. Ese hecho ha valido a este pueblo ­situado en pleno desierto, a 180 kilómetros de la capital del estado­ ser considerado cuna de la Revolución Mexicana, y en esa calidad la sexagésima primera legislatura y el resto de los poderes del gobierno estatal celebraron aquí una sesión solemne, para conmemorar la gesta.

Los políticos llegaron a tomarse la fotografía frente al busto de Toribio Ortega. Saludaron por doquier, fueron testigos de honor de la firma de un convenio para rescatar el archivo histórico del lugar y comieron barbacoa. Pero no repararon en las casas abandonadas de este poblado, que ha expulsado a todos sus jóvenes para enviarlos a trabajar en los campos agrícolas de Texas, del otro lado del río Bravo.

Tampoco se dieron cuenta de que la escuela del lugar tiene solamente 15 alumnos que cursan del primero al sexto años. Los pocos adolescentes que aún viven ahí deben viajar 30 kilómetros hasta la cabecera municipal de Coyame para asistir a la secundaria, en tanto tienen edad suficiente para marcharse "al otro lado".

"Aquí ya no hay gente. Todo es una tristeza, la gente sólo viene para las fiestas de diciembre y en Semana Santa, de ahí en fuera todo está desolado", dijo Carlos Carrillo, quien se identifica como maestro de la escuela primaria.

Pero ayer fue un día excepcional. El pueblo se llenó de gente. Los niños desfilaron por las polvorientas calles y los veteranos de la Revolución Mexicana trajeron la algarabía de los trajes de adelitas, de los uniformes de los Dorados de Villa, los corridos y bailes del folclore creados por la tradicional celebración del 20 de noviembre para recordar el levantamiento armado.

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