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Tabasco, entre agua y omisiones
Humberto Andrade Quezada
Primer periodo ordinario del segundo año de la LX Legislatura | Domingo, 4 de noviembre de 2007
Escuchamos desde niños que el agua siempre es buena, que al final, siempre trae más beneficios que perjuicios, sin embargo en Tabasco, donde el agua no es un elemento ajeno a nuestros hermanos tabasqueños, los golpea y los devasta. Un gran porcentaje de los recursos hídricos del País están en ese estado, al contar con dos de los ríos más caudalosos de México –el Usumacinta y el Grijalva- y a pesar de eso, queda la irritante certeza de que no están preparados para una eventualidad como la que acaba de presentarse esta semana.
Este es un acontecimiento que ha lastimado a todos los mexicanos. Hoy es momento para hacer un nuevo llamado a la solidaridad de todo el país y sacar adelante a Tabasco, pero no podemos dejar de preguntar por qué no estaban dotados con infraestructura adecuada para que esta tragedia no sucediera. Qué hicieron los gobiernos con los recursos para obra hidráulica, cuántos se emplearon para lo que debería ser y cuántos fueron desviados a fines distintos o a intereses particulares.
La escasez de recursos no es un pretexto ante la falta de obra hidráulica en un estado con las características de Tabasco –en medio de más siete ríos, lagunas y pantanos- deberían ser una prioridad los proyectos de protección y control de avenidas, incluso transexenales. Es seguro que Roberto Madrazo, que fue gobernador de Tabasco, haya tomado una ruta corta, sin resolver los problemas de la mitad del camino, pensando en su personal proyecto político. Él y otros más deben ser responsables en parte por lo sucedido.
Ya lo decía ayer Sálvano Briceño, director de la Estrategia Internacional de Reducción de Desastres de la ONU: “La tragedia en Tabasco se pudo prevenir con medidas relativamente sencillas y baratas como los sistemas de alerta temprana, pues las tormentas son uno de los fenómenos más fáciles de predecir”. Algo ocurrió, alguien dejó de hacer de su trabajo y hoy vemos en Tabasco un paisaje anegado que ya reporta más de 700 mil damnificados.
Un pueblo arrasado, defendiéndose heroicamente con improvisación y angustia, con sacos de arena para frenar el avance de un fenómeno natural con toda su fuerza, con toda su intensidad. El hambre, el frío y la sed. El miedo ante la incertidumbre del futuro, el pánico ante el presente por la pérdida de lo poco que se tenía y la preocupación por los seres queridos, por los vecinos, es lo que queda.
De pronto todo se acaba, los municipios se inundan, las ilusiones y el porvenir flotan en el agua, los daños son terribles. La reseña es la misma, dolorosa siempre, escuchada toda la semana, pero no podemos quedarnos ahí.
Cuando todo termine, cuando los daños sean difíciles de calcular por su magnitud, cuando una vez más la solidaridad de todos los mexicanos se haya manifestado y la aparente normalidad llegue a Tabasco, no puede seguir todo igual. Un juicio ciudadano debe haber donde se esclarezcan las irresponsabilidades, un proceso legal donde se finquen las responsabilidades y se aclare a quien le correspondía en su momento realizar lo que no se hizo. Una fiscalización y una revisión de proyectos que supuestamente se realizaron, deben darse. Qué se hizo y qué se dejó de hacer, qué se hizo bien y en qué hubo omisión o evasión.
En estos días finales de la revisión del Presupuesto de Egresos de la Federación por parte de los Diputados, con toda seguridad veremos una partida especial para Tabasco, valdría la pena hacer dos respetuosas consideraciones que pueden incluso partir desde el Senado como punto de acuerdo, para que se incluya a Chiapas que también ha sufrido de las lluvias constantes y que se cree una entidad revisora de la obra hidráulica realizada en Tabasco y Chiapas.
No podemos seguir navegando -conste que es un término desafortunado dadas las circunstancias- entre la conformidad y la apatía y la solidaridad de los mexicanos. Que bueno que acudamos en auxilio de nuestros hermanos tabasqueños, volquemos toda nuestra ayuda, ayudémoslos a salir adelante, a reconstruir sus vidas, su futuro y sus ilusiones, demostremos que una vez más estamos listos los mexicanos para apoyarnos, pero busquemos también que esto no se repita.
Sabemos que los fenómenos naturales no son de nuestro control, que la fuerza de la naturaleza nos rebasa con frecuencia, pero tengamos la certeza de que lo que nos corresponde hacer está cubierto. Tengamos la tranquilidad de que en estos desastres no tenemos responsabilidad u omisión.
Lo que los panones no dicen por que no les conviene es que felipillo el USURPADOR también tiene responsabilidad en esto desde que era secretario de energía y por continuar con su entreguismo hacia la privatización del sector energético, donde deliberadamente limitan la producción en las hidroeléctricas como la de Peñitas, causando con esto que las presas se mantengan con niveles de agua por encima del nivel crítico permitido. Las presas en Tabasco se les saturaron y tuvieron que soltar de un golpe mucha agua. Bien manejadas las presas ayudarian hasta a prevenir desastres.